Hay tantos ejemplos que animan a desacreditar diversas teorías del apocalipsis que sería muy difícil enumerarlas todas en unas pocas líneas. Pero hay una web en internet (www.abhota.infoend1.htm) que las recoge todas, entre ellas, una reciente: la puesta en marcha del acelerador de partículas de Ginebra, en 2008, provocaría un agujero negro.

Una de las últimas profecías más recordadas estuvo protagonizada por el diseñador Paco Rabanne. Con motivo del último eclipse de sol del milenio, que tuvo lugar en agosto de 1999, el modisto auguró que la estación espacial rusa Mir caería nada más y nada menos que sobre París, cuyos barrios "arderían" de manera irremediable. Muchos, por cierto, pasaron aquel día en la ´ciudad de la luz´ delante de las tiendas de Rabanne, celebrando su equívoco.

Nostradamus también es especialista en fallar, pues, según él, en 1498 el mundo debió acabarse. Si no, eso ocurriría en el 99. Él sabía que Marte iba a estar regente en Escorpio 500 años antes del eclipse. "Vendrá un gran rey del terror a resucitar al gran rey de angolmois antes y después". Ese rey, sin duda, es el Anticristo.

Los mayas, por su parte, hablan del 21 de diciembre de 2012 como la fecha del fin de la civilización humana tal y como la conocemos. Ese día, los seres humanos entrarán en una nueva etapa, la cual no tiene ninguna relación con la presente. Sin embargo, aquella civilización precolombina no mencionó la causa, aunque una cosa está clara: el último día no significará la llegada de ninguna calamidad; implica una completa nueva conciencia cósmica y una transición espiritual hacia la nueva civilización. V. SÁNCHEZ PALMA