El móvil perpetuo o el movimiento continuo es un imposible buscado desde el siglo XII, por lo menos: una máquina que se mueva para siempre sin necesidad de energía exterior. Pero existe en Mallorca un lugar en el que han construido un puñado de estos ingenios. En el año en que se descubrió una partícula que viaja a más velocidad de la luz, ¿por qué no seguir soñando?

Motores eléctricos de imanes, turbinas hidráulicas o mecanismos que funcionan con poleas. Todos buscan lo mismo, contradecir las leyes de la física, desafiar los postulados de Lomonósov, Lavoisier o Einstein. En resumen, demostrar falsa la conocida expresión "la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma".

Por Minasa, el taller que Bartomeu Comas tiene en el polígono de Son Castelló, han pasado una decena de diseños que buscan crear energía. Él y sus empleados se encargan de construirlos. Todo empezó hace unos diez años. Un hombre de Sóller fue a ver a Comas con un invento en el que mediante poleas se pretendía hacer mover un motor grande con la fuerza de uno pequeño. El resultado hubiera sido parecido a que desde los piñones alojados en la rueda trasera de una bicicleta se movieran los platos de la misma sin esfuerzo. La ocurrencia no fructificó pero los modernos ´leornados´ se animaron.

La siguiente invención estaba basada en dos discos repletos de imanes, unos con la cara positiva hacia fuera y los otros con la negativa: conseguirían un motor eléctrico que rodaría ad eternum. La cosa parecía funcionar, de hecho, los dos discos enfrentados de manera horizontal al suelo y sujetos mediante un eje vertical rotatorio se movían. Pero al cabo de un tiempo se detenían.

Construyeron una nueva versión, esta vez sin fallos de diseño y con materiales no magnéticos (metacrilato y nylon) pero al cabo de un tiempo se paraba. "Cosas de no considerar la fricción", explica el dueño de la empresa de reparación de mecánica industrial y calderería.

"Cada vez que han venido para materializar sus diseños yo les digo que no funcionarán. Pero si de uno entre mil se consigue algo que pueda mejorar las cosas, valdría la pena el esfuerzo", explica.

La mayoría de los experimentos no funcionan porque los que los crean confunden "fuerza con potencia y trabajo", dice el empresario, o lo que es lo mismo, porque contradicen la leyes de la termodinámica. La primera establece, en líneas generales, que no se puede producir más energía de la que se consume ya que siempre es la misma y sólo se transforma. Y la segunda dice que una energía no se puede transformar en otra sin que haya pérdidas.

Uno de los inventos que más se desarrolló, e incluso llegó a tener dos versiones, fue un motor hidráulico que funciona con cuatro pistones. Dos de ellos "tienen menor cubicaje (son más pequeños)".

La teoría es que "los grandes empujan el aceite y éste pasa a los pequeños y se genera una ´sobrepresión´ que alimenta a un motor mayor". Así, "un motor de 600 centímetros cúbicos movería uno de 1.400", explica. El problema reside en que al "abrir los pistones pequeños se perdía la presión almacenada", termina.

Junto con la segunda versión, que en la práctica hacía lo mismo pero ayudada por varios cigüeñales, "se gastó cinco millones de pesetas (algo más de 30.000 euros) y dejó de pagarme medio millón. "Un día desapareció y no le volvimos a ver más", cuenta.

Ahora, los inventos descansan arrinconados y olvidados por sus dueños entre enormes tornos y mandrinadoras (instrumentos para hacer agujeros) con los que los operarios manipulan y reparan artilugios gigantes. Dos técnicos trabajan en las mandíbulas mecánicas de un camión triturador de escombros. Mientras ellos reparan las máquinas que construyen la sociedad del presente, otros pueden dedicarse a soñar quimeras que revolucionen el futuro.