Director de cine. Toni Bestard (Bunyola, 1973) proyecta hoy y mañana en Valladolid su ópera prima, ´El perfecto desconocido´, en el que será el primer pase en España tras su estreno en Corea del Sur. La cinta, protagonizada por Colm Meaney, concurre en la Sección Oficial. "Estar en la Seminci es un sueño materializado y competir con dinosaurios del cine como Moretti, Kaurismäki o Yimou me llena de orgullo", confiesa.

—¿Cómo tiene el cuerpo a pocas horas de la primera proyección en España de su cinta?

—Tomado por el respeto, algunos nervios y abundante curiosidad por saber cómo reaccionará el público.

—¿Cómo se consigue entrar en la Seminci?

—El proceso de selección de la Seminci [Semana Internacional de Cine de Valladolid] es bastante exhaustivo. Este año se presentaron 500 películas. Solo hay dos con producción española al 100 por 100. La otra es De tu ventana a la mía, de Paula Ortiz, también directora novel. En la Sección Oficial competimos con directores de mucho prestigio, como Nanni Moretti, Mika Kaurismäki o Zhang Yimou.

—¿Prefería San Sebastián?

—La mejor puerta es San Sebastián pero para el cine más de autor quizá Valladolid sea la adecuada.

—¿La Espiga de Oro es una quimera?

—Estar en Valladolid ya es un sueño materializado, un premio, un reconocimiento a la película. Competir con dinosaurios del cine como los antes citados me llena de orgullo. No pienso en premios.

—El domingo conoceremos la reacción del público español. ¿Cómo reaccionaron los coreanos, los primeros en ver su película en el Festival de Busan?

—Parece ser que les gustó bastante, yo salí muy satisfecho. La respuesta de la crítica también fue positiva. La revista The Hollywood Reporter, una de las más importantes de la industria norteamericana, nos hizo una muy buena crítica para ser una ópera prima.

—El primer largometraje de un director que en ningún caso es un debutante.

—Soy debutante en el mundo del largo y ahora mismo arranco de cero, aunque es cierto que si miro atrás no soy un debutante, gracias a la larga y reconocida trayectoria de cortometrajista [cuenta con dos nominaciones a los Goya]. En este sentido quiero ser modesto: yo vuelvo a empezar, soy un principiante, es como si volviera a nacer otra vez en el mundo del cine.

—Que nadie espere un parecido con el ´Yo´ de Rafa Cortés.

—El perfecto desconocido y Yo parten de una premisa parecida, la de un extranjero que llega a un pueblo de Mallroca, pero nada más. Esa es la única similitud, por lo demás son películas completamente opuestas.

—¿Por qué son "extraños" los personajes de su película?

—Más que extraños son atípicos. Tienen ciertas peculiaridades que les otorga el vivir en un pueblo aislado, prácticamente desértico, como los del Oeste. Son personajes que se agarran a un clavo ardiendo. Cualquier cosa atípica que ocurra en el pueblo, como la llegada del personaje de Colm Meaney, lo viven como un gran acontecimiento. Eso les imprime una personalidad un poco surrealista y especial.

—¿Usted también se considera un director atípico?

—Todo lo contrario. Soy un director bastante conservador en las formas, muy clásico. Me encantan los directores que hacen películas sinceras, sin demasiadas pretensiones. En la búsqueda de historias sí quizá soy un poco más atípico y busco tramas que se salgan de lo habitual.

—Dice Harvey Keitel, a quien escuchó en su reciente visita a Palma, que un actor siempre batalla con el director. ¿Quién ganó: Meaney o Bestard?

—Ganó El perfecto desconocido. La victoria es que llegará a las salas comerciales, posiblemente a final de año, con un preestreno en Palma. Con Colm Meaney he aprendido a trabajar con un actor con experiencia y nivel de exigencia, a transmitir ideas al actor y a dejar que él también te transmita. En un rodaje tiene que fluir la comunicación.

—´El perfecto desconocido´, ¿drama o comedia?

—Drama, comedia y misterio. Por la reacción del público coreano, quizá el orden sería comedia, drama y misterio. El gran reto de la película es mezclar comedia y drama. El drama es muy potente, tiene momentos muy tensos; pero a la vez tiene otros muy amenos y cómicos. Es el reflejo de la vida misma.

—Si los españoles han vivido un drama ese es el protagonizado por ETA. ¿Qué valoración hace de su comunicado?

—ETA ha protagonizado una película de terror durante 43 años. Ante su fin reacciono con mucha alegría. Quienes hemos vivido durante tantos años con esa sombra nos alegramos, con precaución, porque nunca se sabe, pero es un día que recordaremos toda la vida.

—¿Se cree su final?

—Soy de los que piensan que hay que ser más optimistas y es un punto y aparte importante. Es verdad que todavía tienen que ocurrir una serie de cosas para cerrar este capítulo negro de la historia, pero sí que soy optimista.

—Más violencia. ¿Pudo mantener la mirada fija ante esa dura imagen de Gadafi ejecutado?

—Si tuviera que rodar en secuencia la rodaría en fuera de campo. La violencia está implícita en estos conflictos, era innecesario mostrar esas imágenes en mitad de la cena, sin avisar. Sensacionalismo.

—Volvamos al cine. Ahora está viviendo momentos dulces, pero durante la gestación de ´El perfecto desconocido´ sufrió mucho.

—Los momentos más difíciles vinieron durante la búsqueda de financiación. De un día para otro, la película se cayó. El perfecto desconocido ha pasado por tres productoras [la definitiva, Singular]. Recibimos jarros de agua fría. Me acostaba con una sensación de que sería imposible acabarla, pero por mi forma de ser me levantaba con el propósito de tirar del carro. Fuimos constantes, a pesar de tener motivos para hundirnos.

—¿Qué necesita Mallorca para convertirse realmente en un plató internacional?

—La isla ya es conocida, pero muchos rodajes, sobre todo norteamericanos, funcionan a través de descuentos sobre la inversión que hacen. A ellos no les sirve una subvención. Y eso, en España, no está contemplado. Se necesita un cambio, que depende del Gobierno. España podría convertirse en un centro neurálgico de la producción internacional.