Aquí, la palabra límite que aparece en el título, no tiene que entenderse como frontera sino que se refiere a la idea matemática de límite. El lugar, el punto al cual tiende una función o bien una sucesión. Y es que el concierto que nos ofreció el pasado martes el Mandelring Quartet fue una pequeña sucesión de obras destinadas a preparar el colofón final: el cuarteto Opus 132 del maestro de Bonn. Ese era el límite.

Podemos hablar, no cabe duda, de una velada con un cierto elemento didáctico. El cuarteto de Arriaga, primero y el de Mendelssohn después tenían la función de acercarnos a la magna obra de Beethoven. Y lo consiguieron. Sin ser obras menores del repertorio camerístico, tanto el primer cuarteto de Arriaga como el opus 13 de Mendelssohn, programadas antes de la del gran Adagio beethoveniano saben a poco. Son como obras teloneras que ayudan, y mucho, a entender esa obra genial y trascendente.

Muy, pero que muy bien, los cuatro solistas del Mandelring. Sí, solistas, pues un cuarteto de cuerda es la unión de solistas en un todo; y ese todo resulta ser más que la suma de las partes, tal como nos enseña la psicología Gestald.

Los Schmidt (Sebastian, Nanette, Bernhard) y la viola Roland Glassl no han conseguido tan alta reputación mundial por casualidad: tienen un sonido precioso, aterciopelado, una afinación perfecta, una técnica fuera de toda duda y, sobretodo, una musicalidad que enamora. Su Beethoven, con ese portentoso tercer movimiento, Adagio, suena expléndido. Se puede interpretar igual, pero no mejor.

Sorprende que una formación de este nivel, que participa en los festivales más prestigiosos del mundo (Salzbugo, por ejemplo) y que tiene temporada regular en la Kammermusiksaal de la Filarmónica de Berlín, sorprende, digo, que venga a Mallorca con un programa estríctamente romántico. Creo expresar el sentir de muchos aficionados al decir que sería deseable poder escuchar de nuevo el cuarteto con un programa Shostakovich, por ejemplo. Pensemos que las grabaciones del Mandelring Quartet de los cuartetos del compositor ruso han sido consideradas de referencia.

(¿Sería mucho pedir puntualidad y unos intermedios más breves? Hora y media de música se conviertieron en dos horas y cuarto de concierto).