Francesca Thyssen. Coleccionista. Hija del barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza y de su segunda mujer, Fiona Campbell, gestiona desde 2002 la fundación T-B A21, especializada en proyectos de artistas emergentes que desafían las disciplinas tradicionales. Desde siempre ha mantenido desencuentros con su madrastra, Carmen Cervera, cuya colección (valorada en 700 millones de euros) se quedará en España hasta febrero de 2012. Si Tita no llegara a un acuerdo con el Gobierno, podría llevarse sus cuadros al extranjero.

–¿Hasta cuándo se es artista emergente?

–En el mundo del arte se maneja, entre muchos otros, el siguiente baremo: cuando un museo le dedica a un artista una retrospectiva para explicar la evolución de su arte se dice que ya no es emergente, sino consagrado.

–¿Y qué sería Banksy?

–Ninguna de las dos cosas. Es un fenómeno social. Además, no creo que él quisiera que un centro de arte le dedicase una exposición sobre su carrera.

–¿Se puede ser emergente con cuarenta años?

–Un ejemplo de artista a quien se le hizo una retrospectiva muy interesante el año pasado que supuso un cambio en su vida es Marina Abramovic [Belgrado, 1946]. Es una artista que trabaja desde finales de los setenta, y el MoMA le dedicó una gran exposición que mostró todas sus performances. Desde entonces, ha cambiado la manera en que la gente ve su obra así como la visión que se tenía sobre su contribución al arte contemporáneo.

–Charles Saatchi ha dictado el gusto del arte británico de las dos últimas décadas. Lo que él compra sube automáticamente su cotización. ¿Es lícito coleccionar así?

–Saatchi y yo tenemos un acercamiento al mundo del arte muy distinto. Él tiene una gran colección, y la mía es más pequeña, pero también tiene buena fama, como la suya. Pero en mi caso no se trata de acumular obras de arte.

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