El mundo de los carboneros, gentes que durante siglos poblaron la sierra mallorquina con el fin de transportar combustible –carbón vegetal– desde los bosques a los núcleos de población, cuelga desde ayer de las paredes del Club DIARIO de MALLORCA gracias a la exposición Sitjas.

La muestra exhibe ocho imágenes, de un total de 100 tomadas por Gerd Neysters, en las que el protagonismo recae sobre los rotlles de sitja, un testimonio cultural único de una explotación intensiva a lo largo de generaciones. Las fotografías, que huelen a madera mojada y musgo, fueron tomadas con una Canon EOS 5D2, con trípode de rótula de bola y un objetivo especial que compensa la distorsión de la perspectiva (utilizado en la fotografía de arquitectura).

"Disciplina, capacidad analítica y sensibilidad artística" son tres de las caracterísitcas que, en palabras de Thomas Fitzner, responsable de la sección de Cultura del Mallorca Zeitung –organizador de la exposición–, definen a Gerd Neysters.

Nacido en 1951 en Essen, Alemania, Neysters se interesó desde muy joven por la fotografía como un modo de "confrontación con la realidad". Su idilio con Mallorca comenzó hace 20 años. Durante la inaguración de la muestra, el autor confesó que "nunca" ha entendido la isla "como un balneario, vengo en primavera y otoño", apuntó. "Mallorca, para mí, es un lugar que me ofrece tranquilidad, un bien impagable en estos tiempos que corren", agregó.

Fascinado por Palma y atrapado por los paisajes de la Serra, Neysters valoró la declaración de la Tramuntana como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.