El mal uso de los casi omnipresentes reproductores musicales móviles está disparando los casos de perdidas auditivas precoces entre personas que rondan los 50 años, fenómeno que los expertos vaticinan irá en aumento cuando la generación que nació con el primigenio walkman llegue a la madurez.

"¿Qué?, ¿Qué has dicho?". Cuando en medio de una conversación en un bar con un ruido ambiente normal uno ha de repetir muchas veces este "qué" algo empieza a ir mal en su oído interno, no sólo por esos dispositivos que se suelen utilizar durante horas con cascos intrauriculares y a volumen inadecuado, sino también por el sonido atronador de algunos cines, discotecas o de los videojuegos con dolby surround casero que llegan a provocar lesiones "irreparables".

"A la consulta nos viene cada vez más gente que ronda los cuarenta, e incluso más jóvenes, con síntomas de lo que se conocía como "oído duro" (presbiacusia) que se daba por degeneración en personas de 60 y más años", ha explicado a Efe el director del Servicio de Otorrinolaringología de la Clínica Dexeus de Barcelona, Iván Domènech.

Los reproductores MP3 pueden resultar mucho más dañinos que sus predecesores -Walkman y Discman-, ya que al tener baterías más duraderas y almacenar miles de canciones los jóvenes se han acostumbrado a llevarlos conectados durante horas, y a un nivel de decibelios alto (hasta 120 decibelios, casi el ruido de un avión al despegar), al que algunos han acabado por insensibilizarse.

Así, han proliferado lesiones neurosensoriales por exposición excesiva al ruido, que se detecta primero con problemas para percibir frecuencias agudas y luego en las conversacionales.

Según algunos estudios, un 15 % de la población europea de entre 19 y 34 años sufre alguna lesión neurosensorial por una exposición continuada y excesiva al ruido.

Escuchar música a niveles más altos de 70 a 80 decibelios de forma continuada sería similar a trabajar en un ámbito industrial ruidoso, y de hecho Apple tuvo que hacer frente a una demanda -que no prosperó- por los posibles daños que podía causar sus reproductores, que superaban los 115 decibelios

Aunque ya se están detectando casos de sordera precoz, según este experto, será la generación nacida entre los setenta y los ochenta en la que más se dejará sentir este fenómeno, ya que posteriormente se ha comenzado a producir cierta concienciación sobre este problema.

No poder seguir una conversación normalmente cuando estás en un bar, no escuchar el propio móvil o tener pitidos continuos en los oídos (los llamados acúfenos, que padecen un millón y medio de españoles) son algunos síntomas y avisos de que hay que acudir al otorrino aunque, en algunos casos, pueda resultar ya tarde.