­¿Son los traductores una suerte de escritores olvidados? ¿Por qué queda sepultado su nombre bajo la cubierta del libro? ¿Acaso no son los embajadores de la literatura universal? Albert Nolla (Reus, 1974) no es tan apocalíptico en este sentido y a pesar de reconocer que ha existido un largo anonimato del traductor durante la historia de la literatura, asegura que hoy día se va tomando conciencia de cuál es su papel en la cultura. En cuanto a la crítica literaria, se mostró más duro: "Sólo se acuerdan de nosotros cuando creen que una obra está mal traducida. A la literatura catalana le hace falta una cultura de la crítica que tenga en cuenta la traducción, pero igual es algo que queda lejos viendo cómo va esa misma crítica ahora mismo", consideró.

El también profesor universitario, que ayer pronunció la lección inaugural (centrada en Murakami) de los cursos del Servei Lingüístic de la UIB, apuntó que cuanto más lejanas son las lenguas que uno va a traducir, más necesidad hay de haber vivido en sus países originarios. "Yo también traduzco a Paul Auster, que es neoyorquino. Pero nunca he estado en esa ciudad y no hace falta: tengo muchos referentes sobre ella. En cambio, sí he estado en Japón. Por ejemplo, cuando tengo que explicar el sabor de un plato que sale en algún libro de Murakami, es más sencillo para mí si lo he probado. Seré más exacto en la traducción. Lo mismo me sucede al hablar de las partes de la casa japonesa. El hecho de conocer su uso conlleva a que precise mucho más el término a utilizar", explica.

Para Nolla, el mejor libro de Murakami es Crónica de l´ocell que dóna corda al món, "muy ambicioso literariamente". El traductor reconoció que las partes históricas de esta novela se le complicaron. "Tuve que documentarme bastante sobre Manchuria", continúa. Según el catalán, la obra de Murakami ha ido creciendo en ambición social, de tal manera que es posible afirmar que el escritor está buscando construir la gran novela japonesa al modo de los grandes autores estadounidenses. El camino que está siguiendo Murakami, imitado ahora por otros muchos autores nipones, no extraña a quienes llevan tiempo siguiendo al autor de Tokio Blues, pues también es traductor al japonés de grandes escritores norteamericanos: Fitzgerald, Raymond Carver o Raymond Chandler han pasado por su pluma.

Por otra parte, Nolla predijo que el nipón probablemente conseguirá el Nobel en breve, habida cuenta de que éste hace muchos años que no recae en ningún escritor oriental. "Para mí, de los autores que traduzco, el que más se lo merece es Coetzee, el más literario".