El nuevo gerente de la Simfònica, Marcelino Minaya (1971), se estrenó oficialmente en el cargo el pasado miércoles durante el Réquiem de Verdi, programado en el Principal con motivo de la siempre poco interesante Diada de Mallorca. Minaya, a diferencia de otros gestores culturales recién electos por el PP, es un profesional conocido en el sector musical. Clarinetista, fue músico militar durante doce años y profesor del Conservatorio Profesional de Balears de clarinete y música de cámara. En los últimos años, ha dirigido la Escuela Municipal Antoni Torrandell de Inca. Con este nombramiento, el también director del Festival Incajazz finalmente se ha impuesto a David León, el otro nombre que sonaba para suceder a Gori Marcús. Sin embargo, algunas voces críticas apuntan que su elección se debe a la amistad (o buena sintonía) que le une al president José Ramón Bauzá. En la pasada legislatura se dio un caso similar, un cruce de amistades sospechoso: Valent se convirtió en el artista de cámara de Antich. Pese a todo, creo que Bauzá no llegará tan lejos: aún no sabe qué es la cultura. Ni la cultura le conoce en persona. En dos ocasiones dio plantón a Formentor, donde hace escasas semanas ha conversado un destacamento importante de escritores. No sé qué pensará de tal comportamiento Simón Pedro Barceló, verdadero mecenas de esta historia en la que también se enroló la exconsellera de Cultura Bàrbara Galmés, cuya selección de escritores para este año hay que elogiar. Buen trabajo.

Suma y sigue: la Fira del Disc está a punto de suspenderse. Nunca he sido especialmente disquera o fetichista, en el fondo prefiero acumular libros sobre música que cedés o vinilos. Pero siempre me han gustado los melómanos. Para los que no lo somos, la Fira se había convertido en otro foco de conciertos interesantes que agrandaba la ya de por sí excelente oferta de Ciutat. El año pasado se le añadió un plus: la recuperación del concurso Sonopalma. Si las cancelaciones de actos culturales continúan, Mallorca se quedará absolutamente aislada del resto del país. Y en pocos meses volveremos a la situación inhóspita que se daba durante el franquismo: habrá que tomar vuelos a la Península (con el dictador debían ser destino a París, previo permiso del régimen) para poder asistir a un concierto o a una exposición interesantes. Qué panorama. Los de la promotora Fonart están intentando tender puentes con otros puntos de la geografía española para atomizar el Festival Alternatilla. Un modo de implicar y atraer capital de otros empresarios musicales.

Hasta ahora me ha sorprendido el silencio de los sectores culturales afectados por los recortes institucionales. Un mutismo que para mí es incomprensible pero que al parecer se levantará en breve. Me cuentan que se prepara para noviembre una macrorreunión de gestores, editores, músicos, dramaturgos, actores, artistas y cineastas para tratar el tema. Espero que sea de traca.

Quiero que el conseller Rafel Bosch nos explique exactamente qué quiere decir cuando declara que la nueva comisión ejecutiva de Es Baluard revisará el concurso para la dirección del museo. Vistos los antecedentes del Solleric (un jurado político elegirá al nuevo director), es de recibo que alcemos la ceja tras escuchar sus palabras. Durante la anterior legislatura si algo se redactó bien fue el concurso de Es Baluard, que contempla la elección de la dirección por parte de un jurado mixto: cuatro miembros de la comisión ejecutiva del museo y cinco expertos de reconocido prestigio, cuya imparcialidad, por supuesto, es imposible asegurar. Ingenuos no somos.