­­Rossy de Palma. Actriz, cantante y diseñadora. La mallorquina se enfunda el delantal para abrir en breve el restaurante La Pultrú (el caviar de la sobrasada) en la plaza de Sant Francesc de Palma. La fórmula: cocina afromallorquina y pequeños actos culturales. Un espectáculo teatral y una película con Blanca Li y Victoria Abril son otros de sus proyectos en la agenda.

—Hábleme primero de su nuevo restaurante.

—La Pultrú es un restaurante de cocina afromallorquina para deleitar el paladar y también un espacio que nace con ambiciones de pequeños y exquisitos eventos culturales a corto plazo para deleite del espíritu.

—¿Con quién lo monta?

—Mis socios son mis dos hermanos David y Peter y mi amiga del alma Katina Penyafort. Dado que David y yo no vivimos en Palma, Peter y Katina serán los que estarán a los mandos permanentemente. David y yo haremos incursiones periódicas.

—¿Por qué fusionarán la comida mallorquina y la africana?

—Casan de maravilla. Tenemos muchas influencias africanas en la familia de La Pultrú que nos enlazan: desde Cuba a las Antillas francesas así como Senegal, Benín o Guinea, África del norte, Túnez y Marruecos. Es algo sentimental y emocional, así que forzosamente se extiende a la comida, donde se reflejan todas esas influencias para regalo de la pituitaria.

—Avance alguna especialidad.

—Sí. Una es pultrú&ginger, que es sobrasada con mi mermelada de jengibre, o mis quelitas adoradas con pollo al cacahuete. Mmmm, qué bo tot! (qué bueno todo).

—¿Cuánto tiempo lleva diseñar una carta? ¿La irán cambiando?

—La Pultrú va a dedicar las comidas a un menú de cocina clásica mallorquina casera para todos los trabajadores que necesitan alimentarse bien fuera de casa. En las cenas se propondrán esas variaciones exóticas para viajar con el paladar sin que las posaderas se muevan de la silla. Estas recetas rotarán sin cesar y serán fieles a los que se hagan incondicionales de ellas. Queremos tener unos platos clásicos y otros sorpresa.

—¿Supondrá este restaurante la vuelta a su Palma natal?

—La vuelta sobre todo a interactuar con Palma y su vida gastronómica y cultural, no sólo ir a bañarme y disfrutar, sino que quiero aportar algo y recibir, por supuesto.

—¿Cómo ve Ciutat últimamente?

—No la veo mucho, pero la siento siempre como la bella durmiente a la que hay que dar más que un beso de amor para despertarla.

—Mujer al borde de un ataque de nervios [fue una de las protagonistas de la exitosa película de Almodóvar], ¿la cocina le relaja?

—La cocina para mí es una de las grandes artes, humilde y efímera, ya que no pretende ser colgada como un cuadro para la posteridad, pero con ingredientes de infinitas combinaciones, de los cuales el más importante y el más básico de todos por imprescindible al acto de cocinar es el amor.

—¿Tendrá terraza el restaurante?

—Sí, por supuesto. La terraza en Palma es imprescindible para disfrutar del buen tiempo.

—¿Se unirán a la ruta martiana?

—No, estamos out de rutas varias. La Pultrú sólo conoce y pertenece a la ruta de la seda, por su riqueza en especias y sabores de aquí y de allá.

—¿Usted es de dulce o de salado?

—Yo empecé mi periplo de cocinera como repostera, pero curiosamente hace muchos años a raíz de una pena de amor me volví saladita, y todavía no se me ha pasado.

—¿Cuál fue su motivación para lanzarse a la gastronomía?

—Siempre he estado vinculada a ella. Llevo años recopilando recetas y tengo ideas a porrillo. A veces falta tiempo para tantas pasiones.

—Ahora que ha estado el Papa por Madrid, deme una receta para quedar como Dios.

—Tocino de cielo amb gelat d´ ametlla (helado de almendra).

—Si tuviera que inventarle un plato a nuestro nuevo alcalde, ¿qué le prepararía?

—Le haría algo suave y muy digestivo, como un pa amb oli con aguacate y anchoas, para que nada se le atragante.

—Cocinera, ¿a quién le montaría una cacerolada en el portal?

—Las caceroladas más que montarlas las pondría al fuego llenas de ingredientes para cocinar sin cesar en la famine (hambruna) del Cuerno de África. ¡Un mundo sin hambre ya por Dios!

—Ya ha cerrado El Bulli. ¿Cuál será ahora el faro de la cocina patria?

—¿La Pultrú? (Risas).

—¿Cuál es el mejor plato para desarrollar el sentido del humor?

—Yo creo que todos lo fomentan, sobre todo los que compartimos con los seres queridos. Pero por decir uno: el pan moreno o la coca de trempó a mí me causan un efecto dopamínico inmediato. Es sólo verlos y ya sonrío.

—¿Cuál es su plato favorito?

—Los calamares en su tinta de mi madre y el gató de cabello de ángel que hace mi padre.

—Dicen que Vázquez Montalbán elevó la cocina a placer intelectual, pese a ser de izquierdas. ¿Comer bien es sólo de derechas?

—Esto de las derechas e izquierdas me hace bostezar. Son conceptos hastiados que me empachan.

—¿Qué tipo de actriz es usted cuando no trabaja?

—Yo soy como un kit de la señorita Pepis o como una navaja multiusos: me abro en abanico y tengo herramientas para bricolajes varios.

—También ha triunfado en Francia. ¿Nos llevan mucha ventaja en esto del cine y la cultura?

—La verdad que un poco sí, sobre todo porque no tienen ese punto cateto que aquí a veces nos sobra tanto. ¡Modificación del ADN cateto ya!

—En España, los recortes por la crisis están afectando mucho a la cultura. ¿Nos levantamos contra el Gobierno?

—Los gobiernos son un plato muy trillado ya, muy indigesto y chamuscao. Se tendrían que recocinar, aprovechar la crisis para reinventarse. Los partidos políticos están obsoletos. La ciudadanía está actualizada, pero la política se ha quedado atrás, su sistema operativo no da para más. Son como pesados dinosaurios en extinción. El reto es conseguir ser contemporáneos. Que escuchen más y que prometan menos. La receta la ponemos nosotros. Ellos son la sartén y el cazo.

—¿Pasa el modelo de futuro del cine por internet?

—Sí, sin duda, pero hecho a conciencia. No quiero ver pelis pirateadas, fuera de foco, mal sincronizadas, amputadas, etcétera.

—¿Qué es lo peor del cine como industria?

—¿Que no existe la industria?

—Desde que empezó, ¿qué cambio en el mundo del cine es el que más le ha llamado la atención?

—No sabría decirte. El cine como lo moda o la música son creaciones muy dinámicas, cambian constantemente, pero a la vez no cesan de revisitarse y de rescatarse del pasado reinterpretándose sin cesar.

—¿A qué papel le debe mucho?

—A todos. Es la aventura humana que hay detrás de una peli la que sentimentalmente me satisface a veces más que el propio resultado.

—¿Cuál es la mejor baza de Almodóvar?

—Pedro es un superviviente investigador del género humano, de sus contradicciones y paradojas, de su carácter imprevisible y de su capacidad para reponerse a las adversidades más inesperadas sacando lo mejor de ellas. Gracias a él y a su mirada somos todos más libres.

—¿Qué espera de su próxima película, La piel que habito?

—La he visto ya en su estreno en Cannes y me fascinó. Es inquietante, muy diferente, es un nuevo Almodóvar que abre otra época en su fascinante cine.

—¿Prefiere al Almodóvar luminoso o al más oscuro?

—Las películas de Pedro son todas un banquete.

—Explíquele a los españoles por qué la cultura no puede ser gratis.

—Porque no se hace gratis. Para mantenerla hay que alimentarla, si no se nos muere.

­—¿Cree que a muchos de los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud les habría ido bien ver Miss Tacuarembó [último filme en el que ha actuado y donde subyace una crítica a la religión]?

—Martín Sastre [el director] es un artista genial. Ha conseguido que Miss Tacuarembó ya sea una peli de culto. Sobre los peregrinos... Creo que toda esa energía, esa movilización y ese gasto podían vehicularse en un resultado que sirviera para algo en concreto. Porque sólo para reunirse y predicar, mejor predicar con el ejemplo, ¿no?