"Tothom mor tantes vegades com van morint els seus jos". Bartomeu Fiol i Mora, nacido en 1933 en Palma, falleció el pasado lunes a la edad de 77 años. Poeta, activista cultural, articulista de largo recorrido en la prensa mallorquina, presidente de la Obra Cultural Balear entre 1990 y 1992, y también hotelero y librero, deja un legado de obras marcadas por su profundidad filosófica y su crítica con la idiosincrasia balear, y una generosidad para con los más jóvenes. Entre sus galardones destacan el Premi Ciutat de Palma de la Crítica Literaria en 2009 y el Carles Riba en 2004.

Poseedor de una larga trayectoria intelectual, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad de Madrid. En 1956 abrió la librería Gralla, pero no obtuvo el éxito que esperaba, por lo que el escritor se dedicó profesionalmente a la hostelería hasta 1990. Desde muy joven se vio influido por las voces de Blai Bonet y de Rosselló-Pòrcel. En los 50 participó en la tertulia de Llorenç Villalonga, aunque su evolución se produjo al margen de las estéticas imperantes.

Su primera obra fue Calaloscans (1966), libro con ecos de Salvador Espriu. Cuatro décadas después, durante un homenaje que le rindió uno de los estudiosos de su obra, Jaume Pomar, el autor admitiría que ese libro había "envejecido bien" y que "los primeros poemas suelen ser reveladores".

La editorial Moll fue el refugio de los primeros libros de versos de Fiol. Algunas voces catalanas vieron en él una rara avis, un poeta casi secreto que rompía moldes sin ocupar el lugar que merecía. Tuvo que esperar muchos años, hasta que en 1999, con la publicación de la antología Tot jo és una exageració (Quaranta-nou textos orals perifèrics) en la editorial Proa de Barcelona, la crítica le abrazó, entrando en el gran salón de la poesía en catalán. También con Proa lanzaría los volúmenes que reúnen su obra: Camps de marina i suburbials: obra poètica 1 (2000), Cròniques bàrbares: obra poètica 2 (1999) y Canalla lluny de Grècia: obra poètica 3 (2001).

En 2004, el poemario Càbales del call, le valió el premio Carles Riba. Con él, Fiol quería "subsanar la injusticia histórica" que supuso el trato brutal que dio Mallorca a los descendientes de los judíos conversos. Sobre los galardones, comentaba: "Damos excesiva importancia a un premio, nuestro país funciona así".

El literato palmesano se desnudó en 2009 con Entre Cavorques i Albió. Un dietari, un cuaderno de trabajo con el que retrata los vicios de la sociedad mallorquina: "Cavorques es un exceso de edificaciones y de tráfico. En ella, no se encuentran intermediarios que no sean del ramo inmobiliario o similares". "Los mallorquines siempre estamos a la defensiva, como si nos resguardáramos en una caverna", añadía.

Fiol ganó el premio Ciutat de Palma de la Crítica Literaria en 2009. Al recoger el galardón y sin poder reprimir las lágrimas, anunciaba que legaría su biblioteca particular al ayuntamiento, gesto que se materializó en enero de 2010, donando 1.359 volúmenes. En el fondo abundan los textos de humanidades, libros de poesía, crítica literaria, filosofía, sociología y política. Los volúmenes están en castellano, catalán, francés, inglés y portugués.

Un hombre "amable y generoso"

El último ganador del Ciutat de Palma de poesía, Miquel Cardell, amigo del fallecido, quiso destacar su "amabilidad y generosidad". Su poesía, señaló ayer a este diario, era "de una fuerza y originalidad rotunda" y en ella se daba una "investigación radical en la que desgranaba la grandeza de la persona".

Cardell subrayó que "el compromiso con la investigación de la verdad mediante el estudio de la poesía, podría ser su lema".

Sus versos, no exentos de sentimientos, suponía un acercamiento intelectual, filosófico a la rima. La escritura, decía, es un método más para acercarse a la realidad y a la verdad, "a pesar de que los resultados no sean nunca excepcionales".

En un acto de desnudez interior, se definía a sí mismo como "el riguroso", "el exalumno de Montesión", "el lúcido postrero", "un fervoroso del románico", "un profeta menor", "un recolector de sueños" o "el hotelero letraherido".

Porque Fiol también se dedicó a otros oficios, alejados de las letras, como el de hotelero. Sobre el efecto de mezclar tareas empresariales con las literarias, comentaba en 2006: "Cuando publicas una obra, te olvidas, no estás atento a cómo la reciben los lectores, te llegan menos los elogios y las críticas, y también te desconectas de los corrillos literarios".

Durante esta larga etapa, la de hostelería, ocupó la dirección general de dos compañías: Bass Horizon y la Compañía Hotelera del Mediterráneo. Trabajando en este campo escribió "algunos de mis versos cuando era recepcionista en el Hotel Formentor. Los hice encima de una motocicleta Lambretta, en los tiempos muertos mientras iba a buscar turistas al Port de Pollença".

Como diría Jaume Munar, gran conocedor de su obra, Fiol reivindicó que la función del poeta era hacer de ermitaño y vivir separado del mundo.