Es un "pequeño milagro". La payesía urbanita renace en clave educativa. El colegio Jesús María de Palma abre las puertas a la agricultura para mostrar a los niños de dónde proceden las frutas y las verduras, cómo nacen y crecen hasta que llegan a nuestras manos y hasta el plato.

Biel Bibiloni, jefe de estudios de ESO, coordina este inusual proyecto que este curso ha echado a rodar de forma "experimental", comenta.

"En Ciutat no es fácil disponer de suelo y más para este tipo de actividades agrícolas", explica Bibiloni, que ha crecido en fora vila y hace ademán de payés. Este profesor, natural de Algaida, no dejó pasar la oportunidad de crear un huerto urbano para que los niños pudieran ver que "los alimentos que se comen y ocupan las estanterías de los supermercados tienen un proceso". Aceptó así la propuesta de sor Catalina Mateu, que le sugirió la idea para aprovechar el terreno existente en el interior de la escuela, improductivo hasta la fecha.

Pero el proyecto no es sólo mera botánica, sino que lleva asociado otros valores. "Les enseñamos a respetar la payesía mallorquina, la labor que hacía y que sigue haciendo" y "también a apreciar el medio ambiente". Su huerto es totalmente ecológico, ni químicos, ni tóxicos, cien por cien natural. Los primeros frutos han empezado a emerger; pimientos, cebollas, melones y sandías, tomates, calabacines, ajos y algunas plantas aromáticas configuran este huerto educativo.

Con esta actividad, los alumnos, –con edades comprendidas entre los tres y nueve años– rompen con "la rutina diaria" y con la "rigidez de las aulas", indica Bibiloni, en alusión a los beneficios que comporta la experiencia. "No es lo mismo verlo en un libro que de una forma real. De esta manera viven todo el proceso. Los niños aprenden por lo que ven", prosigue.

Un prodigio de la naturaleza

Es algo que además les atrae y centra su atención. "Ver que la semilla que han sembrado germina es para ellos un prodigio. Reaccionan muy bien", afirma el profesor, que alude, al mismo tiempo, a otra idea fundamental de la iniciativa: "Nada se hace por sí solo" sino con "el esfuerzo", comenta.

A pesar de que Palma no es una gran capital, la experiencia está siendo muy positiva. Los alumnos quizás no se sorprenden tanto como lo pudieran hacer los niños que viven en una gran ciudad, porque generalmente conocen el campo. Pero eso no resta su ilusión; ni la de los escolares ni la de los propios responsables del centro, que el próximo año tienen previsto continuar con el proyecto e incluso ampliarlo hacia una vertiente gastronómica.

Según indica Bibiloni, el curso que viene tiene previsto utilizar los frutos del huerto para introducir a los niños en la cocina, insistiendo en la mallorquina, la más tradicional, ante el retroceso que está experimentando de generación en generación, producido por el acelerado tren de vida actual. Y una segunda etapa profundizará en los beneficios de la dieta mediterránea.

La asignatura de Coneixement del Medi se encarga de enseñar a los niños la pirámide alimentaria y el consumo idóneo de los alimentos. Si bien, la experiencia que propone está a otro nivel. "Tenemos mucha suerte de vivir en el Mediterráneo. Con una gran variedad de frutas y verduras. Un huerto muy rico que hace de esta alimentación una maravilla", insiste Bibiloni que quiere que los niños sean conscientes de todo ello.