Al final de las novelas, Ian McEwan suele reservar una página a las aclaraciones y agradecimientos. Lo de las aclaraciones es porque rehúye de las polémicas. Lo segundo se debe a la corrección inglesa o porque es buena persona o bien porque vuelve a rehuir de las polémicas: los tímidos gestionan muy mal los berenjenales que provocan. McEwan está ahora mismo en Mallorca, en alguna zona de la Serra de Tramuntana, andando con su mujer Annalena McAfee. Me los imagino caminando para rehuir de las polémicas públicas (sus libros son explícitamente sexuales y calmadamente insurrectos) en aras de emprender los tortuosos senderos de su escritura. En Solar, lo último del escritor anglosajón más valorado hoy en el mundo, la isla protagoniza página y media. ¿Cómo es posible? Esta novela empezó a redactarla en febrero de 2005. Ocho meses después recalaba en Deià para participar en unos encuentros literarios. De aquellos días, el autor de Expiación cita textualmente en la novela: las montañas del norte, las afueras del puerto de Andratx, los olivos y viñedos, los acantilados a 15 kilómetros del sur de Pollença, la Cova de ses Bruixes. Así como a un mallorquín: un tal Jesús, que "le pareció el hombre más interesante que había conocido en años". Un famoso escultor de hielo que aprendió el oficio de su abuelo, dueño de una casa de neu que abastecía a los pescadores de Palma. Según el protagonista de la novela -Michael Beard-, Jesús le hizo una pregunta sorprendente: "La extraña realidad que describe la mecánica cuántica ¿era una descripción del mundo real o era simplemente un sistema que casualmente funcionaba? Contagiado por el distinguido estilo mallorquín, Beard le felicitó por la pregunta". No puedo parar de preguntarme si además de un homenaje a Mallorca es una alusión al periodista Matías Vallés, quien le entrevistó con público en las tertulias de Deià. O al artista mallorquín más renombrado, Miquel Barceló, que por aquellos días también sintió atracción por los encuentros poéticos del pueblo. (No hay aclaraciones sobre esto al final de la novela).

McEwan ha vuelto a Mallorca con el fin de volver a escribir sobre la incompetencia de los hombres (sobre todo) nacidos a mitad del siglo XX para amar, pero también para organizar los aspectos prácticos de sus propias vidas. Para hacerlo necesita caminar por las montañas de la isla. Rehuir de las polémicas.

Que si hay conselleria de Cultura en el Govern, que si no la hay. Llevamos dos días con especulaciones. Las últimas noticias apuntan a que sí existirá. Y que podría llamarse conselleria de Educación, Cultura y Universidad. Rafel Bosch sería su responsable. ¿Quién será el director general? Suenan algunos nombres. Esta semana pasada, Bosch se ha estado reuniendo con los expertos del partido en la materia (nombres conocidos y que hicieron un buen trabajo en el pasado). El martes se le vio comiendo en el restaurante Roma 13 con Bartomeu Martínez, que mantiene buena relación con Bauzá pero que siempre que se le pregunta sobre un posible cargo se excusa diciendo que está muy centrado en su tesis doctoral. También se ha mencionado a Tòfol Vidal. En realidad, si se confirma la cartera de Cultura, la noticia será que el Govern recupera el área, porque en los dos últimos años había dejado de existir (con alguna honrosa excepción).