Lo de siempre. Cuando falta una media hora, los mozos, en la solana, pero con agradable brisa, alborotan y se divierten. La corrida anual, a su manera, es un buen motivo para manifestar su alegría. Se sabe que es una vez, cuando las fiestas de San Juan. Pero se repite con el entusiasmo de siempre, con la bulla propia de una corrida. No, no desmerece de las anteriores, como si en Mallorca no hubiera eliminado el ambiente. Un trompetero solitario se adelanta a la banda con vibrante pasodoble. ¡Los toros! ¿Quién puede borrar tales estampas?

Pero no; no se han otorgado los apéndices que suelen obtener los diestros que vienen a esta plaza. Y han sonado unos avisos. O sea, al final dos avisos, un torero a hombros y buena fiesta en San Juan.

El primer espada, Vicente Barrera, ha estado aseado en su primero, matando de dos pinchazos y una estocada. En el otro toro, que ha tomado una vara muy buena, brindando la faena al público, ha empezado con unos estatuarios, muy de la casa. No es que haya obtenido un éxito rotundo y ha matado de pinchazo y descabello.

Miguel Abellán, que vestía de negro, ha estado en su estilo, no obstante mata de dos pinchazos y le conceden una oreja. En el otro, que ataca bien al caballo pero que luego mansurronea, no ha tenido tanta suerte, pero por matar rápidamente, de pinchazo y descabello, ha podido pasear una oreja.

La reaparición de Abellán después de la grave cogida en la plaza de Las Ventas que le atravesó la mandíbula y le hizo perder seis dientes no se ha resentido en ningún momento. El torero, tan animoso como siempre, ha confirmado su puesto en el escalafón actual.

El tercero, Antón Cortés, que se presentaba en los ruedos de la isla, ha estado como decían antes los revisteros, aseado. El toro se le queda, mata de varios pinchazos y una estocada. En el sexto, Guapo de nombre, el matador lo lancea sin lucimiento, pero un buen ataque con derribo de un picador da su punto de emoción.

El toro es muy bueno, podemos decir que no salen muchos como éste. Cortés mata de dos pinchazos y una estocada. Guapo muere con la boca cerrada, suena otra ovación y la corrida finaliza, como decimos, con un torero aseado en volandas y el respetable sale satisfecho de la tarde sanjuanera. Y hasta otro año.

Aunque se pretenda eliminar la fiesta, nos quedan algunos capítulos interesantes, como el de Muro, que nos demuestran el interés y la grandeza de la lidia. Las plazas mallorquinas se abren muy poco. Muro, la Monumental, se abre todos los años y nos da una muestra irrevocable del interés que despierta la fiesta de los toros.