Pederastas, maltrato, abusos sexuales o pedofilia son palabras que se repiten a diario en las páginas de sucesos de los periódicos. Se calcula que el abuso sexual infantil puede llegar a afectar a un 15 o 20 por ciento de la población, lo que convierte el asunto en uno de los problemas sociales importantes de nuestro presente.

Para trabajar esta realidad surgió hace cinco años en Mallorca la asociación Red de Ayuda a Niños Abusados (RANA), un colectivo sin ánimo de lucro fundado por un grupo de ciudadanos de culturas y profesiones distintas que coincidieron en la necesidad de realizar programas preventivos y de sensibilización. Su objetivo era y sigue siendo el de reducir la incidencia en nuestra sociedad del maltrato y los abusos sexuales a los más pequeños.

Desde sus inicios, RANA se ha volcado en lograr la implicación de la ciudadanía en sus proyectos de concienciación social, contando con la colaboración de profesionales y voluntarios. Pero en esta primera etapa de la entidad también han detectado la necesidad de ampliar su campo de actuación al colectivo de adultos que fueron víctimas de abusos sexuales en su infancia. Estas personas se han ido acercando a la asociación y han dejado claro que las secuelas de lo vivido siguen muy presentes en su día a día.

Este año, RANA decidió elaborar un proyecto completo de atención terapéutica dirigido a esos adultos abusados en su niñez. Para ello se basaron en una iniciativa con la comenzaron a trabajar el año pasado y la ampliaron para poder atender hasta a 30 usuarios. Finalmente, este proyecto se ha podido realizar con una subvención de la Obra Social Sa Nostra dentro de su programa de ayudas de 2011.

Beatriz Benavente es coordinadora y psicóloga de la asociación RANA y explica que desde que se anunció la campaña solidaria de Sa Nostra ha crecido la demanda de información sobre la entidad y sobre este proyecto de adultos en concreto.

El programa se centra en un equipo de dos psicólogas que llevarán a cabo sesiones individuales con los interesados y, además, reuniones de grupo terapéutico cada quince días. Benavente asegura que, en vista del interés demostrado en las últimas semanas, prevén cubrir las 30 plazas inicialmente proyectadas.

La coordinadora de RANA afirma que el perfil de usuario de sus servicios es el de persona mayor de 40 años, aunque añade que se dan casos de abusados que buscan atención a los 25. Un estudio de la UIB de este año muestra que un 12 por ciento de alumnos asegura haber sido víctima de abusos sexuales.

"La personas que han sido víctimas de abuso sexual en su infancia –afirma Benavente– pueden presentar en la vida adulta una serie de secuelas como alteraciones emocionales, comportamientos sexuales inadaptados, dificultad para la vinculación afectiva, sentimientos de culpa o baja estima, entre otros". Estas secuelas muchas veces se amplifican cuando estas personas viven la experiencia de la paternidad, lo que en muchas ocasiones sirve de detonante para dar el paso y solicitar ayuda, bien sea a través de los servicios sociales, como directamente con colectivos como RANA. "Llega el momento en que se cansan de arrastrar esas pesadillas y dicen: basta ¡me estorbas!" apunta la coordinadora.

La aplicación de este programa en 2010 arrojó un resultado muy positivo para los primeros pacientes. Según Beatriz Benavente, "todas las personas quedaron muy conformes con los resultados de cara a la mejora de sus relaciones personales".