"Para evitar un infarto de miocardio hay que intentar ser feliz". Durante una entrevista reciente a este periódico, el cirujano cardiovascular y jefe de sección de reparación valvular de Son Espases, José Ignacio Sáez de Ibarra, aseguraba que para prevenir enfermedades nada mejor que mostrarse contento. Afirmación que, aunque pueda resultar sorprendente, tiene base empírica. Un grupo de psicólogos del departamento de Epidemiología del University College de Londres demostró que la felicidad es buena para el corazón, pues reduce la densidad de la sangre así como los niveles de cortisol, hormona relacionada con el estrés. Sus colegas de la Universidad de Columbia, en Nueva York, pusieron porcentaje: un mayor afecto positivo predecía menos riesgo de enfermedad cardiaca en un 22 por ciento de los participantes.

Felicidad como sinónimo de salud, como síntoma de que algo puede cambiar. "Una buena actitud ante la vida, el saber aceptarnos tal y como somos así como la circunstancias en las que vivimos" son clave para convertirnos en personas más sanas, como señala el prestigioso cardiólogo catalán, Valentín Fuster. Ya se sabe, la clave está en la prevención.

"Haciendo deporte lo olvido todo. Nunca pensé que fuese tan fácil evitar sufrir ansiedad", cuenta Néstor Arias, de 59 años, a DIARIO de MALLORCA cuando se le pregunta cómo logra ahora ser feliz. "Es verdad que hay crisis pero ser negativos no nos lleva a ninguna parte", añade el fotógrafo Xavi Ferré, de 35 años, que explica que él está intentando darle la vuelta a la situación. "Quiero alejar el mal rollo de mi vida y disfrutar de cada momento. Así que este simple paseo que doy con mi hija ya me hace sentir mucho mejor".

Según explicó Valentín Fuster en el Primer Congreso Internacional de la Felicidad celebrado el pasado mes de octubre, existen cuatro herramientas claves que favorecen la consecución de la felicidad, cuatro ejes que no parecen que encajen muy bien en la época actual. La primera sería tiempo de reflexión. "Es importantísimo vivir sin estrés, pero también es difícil saber hacerlo", dice Susana Orejuela, de 34 años. "Creo que todos deberíamos hacer lo que quisiéramos con quién quisiéramos el tiempo que quisiéramos. Eso sí es buena calidad de vida y garantía de salud", apunta el doctor Julio Sánchez. La marroquí Naima se apunta también a esta primera herramienta. "Si uno logra vivir en armonía y sentirse feliz con uno mismo tendrá mucho camino avanzado. No descansar las horas que te pide el cuerpo no es beneficioso".

Maribel Navarro, empleada de banca de 32 años, da con la segunda herramienta. "Yo creo que influye mucho si tu entorno, si tus familiares, se encuentran bien. Si ellos están felices al final se acaba contagiando". La positividad es, por tanto, elemento indispensable para lograr que uno mismo se sienta a gusto, tal y como contó Fuster en el congreso. "Cambio la letra de la canción para decir eso de tres cosas hay en la vida: salud, amor y humor. ¡Tendríamos que reírnos mucho más!", subraya Vanesa Troya, educadora social de 30 años.

La experiencia, y la edad, son factores importantes para lograr el objetivo final de evitar enfermedades. "Con los años aprendes a valorar otras cosas. Es casi imposible estar siempre en un estado de felicidad completo pero se consigue con ilusión". La ilusión de un viaje o arañarle minutos a las horas que pasan con su nieto es el mejor medicamento para el matrimonio formado por Miguel Lonti y Catalina Ción.

La última de las claves indispensables, según el reconocido cardiólogo catalán, para alcanzar la felicidad sería la de buscar "una guía que nos ayude a desenvolvernos en la sociedad". Aquí entra la familia y, por supuesto, la educación. "Estar con mis padres y llevarme bien con ellos, poder hablar y que me ayuden a resolver los problemas es importante", señala María José Fernández, de 25 años. "Creo que nuestro entorno tiene mucha responsabilidad a la hora de que seamos felices. Si desde niños se nos educa a valorar las cosas pequeñas y se nos enseña a disfrutar de la vida, de adultos todo será más fácil", concluyen Francisca González y Juanjo Bey. Quizás por esto, a Felipe Pomares, un helado o bailar con su mujer sea sinónimo de felicidad. Y lo recomienda: "Se puede y se debe ser feliz".