A principios del siglo XX más de 100 mujeres de 17 países, reunidas en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, alzaban su brazo para decir "sí". Con su afirmación aprobaban la proclama de la dirigente alemana Clara Zetkin que, tras la muerte de140 mujeres en una fábrica de Nueva York, instó al mundo a honran su lucha y la de todas las mujeres en favor de sus derechos. Nacía, así, el Día internacional de la mujer trabajadora y con él la incansable contienda femenina contra la opresión y la discriminación. De aquello hace hoy un siglo y la lucha por la igualdad continúa. Su incorporación a la vida laboral rompió moldes en España y ha supuesto un cambio en la idea preconcebida que se tenía de ella. La mujer pasó de la cocina a la oficina, y colgó el delantal para enfundarse en un traje e ir a votar, un logro que las españolas deben a Clara Campoamor, la mujer que otorgó al colectivo femenino el derecho a decidir democráticamente. Si bien, queda camino por recorrer. Colectivos y estudios realizados avalan la discriminación que sigue pesando sobre las mujeres, una reivindicación que cada día 8 de marzo se manifiesta con mayor fuerza. Instituciones y entidades de la isla alzaron ayer su voz para reivindicar la equiparación de la mujer al hombre y poner de relieve la distancia que aún los separa. Baste decir que en Balears el salario bruto de las trabajadoras es 750 euros inferior a la media femenina nacional y 4.000 a la de los hombres en las islas. La adquisición de una vivienda le supone a una joven isleña destinar el 78% de su sueldo frente al 65,5% de los hombres, y que la dedicación de la mujer a trabajos domésticos y al cuidado de niños y mayores es tres veces superior a la del hombre.

Estas son sólo algunas; unas pocas de las muchas disparidades que hoy día sufre la mujer y por las que ayer se manifestaron alrededor de 300 personas en Palma –según la organización–, en un acto que contó con la participación de entidades como Dones i Lletres, Ami, la Federación de Discapacidades Auditivas, Amnistía Internacional, sindicatos... Numeras autoridades, como el conseller de Vivienda, Jaume Carbonero; su homóloga en Servicios Sociales, Fina Santiago; la regidora Nanda Ramon, y del PP, como la ex alcaldesa Catalina Cirer también apoyaron la marcha, que concluyó en la plaza de Cort, donde la Federación de personas sordas leyó un manifiesto que reivindicó el papel de las mujeres con esta discapacidad y denunció la doble discriminación a las que se ven abocadas, como personas "invisibles" ante la sociedad. Las voces críticas también se hicieron oír desde Joves d´Esquerra Nacionalista, que realizó una performance para exigir un mayor "papel de la mujer en la política" y concienciar a la ciudadanía de las carencias de su situación actual.