Calma. La medida adoptada por el ayuntamiento de Madrid de equiparar las pruebas físicas para hombres y mujeres aspirantes al cuerpo de bomberos no va a aplicarse de momento en Mallorca. Ni siquiera se ha planteado en ningún momento por parte de las instituciones. Sin embargo, el debate ya se ha desatado entre los trabajadores de los distintos cuerpos de seguridad de la isla, quienes han tenido que pasar unas pruebas físicas mínimas –adaptadas a su sexo– que demuestran que están en forma. Requisito obligatorio para desempeñar sus funciones: defender y garantizar la protección de los ciudadanos.

La bombera mallorquina Ruth Planells, de 33 años, entró en el cuerpo municipal de Palma en 2005. Segunda profesional en Ciutat junto a Guadalupe Gastalver, asegura que no hubiera pasado las pruebas físicas con los tiempos requeridos para los hombres. "Igual los baremos mínimos sí, pero con muchísimo entreno previo", precisa. Y eso que Planells está licenciada en Ciencias de la Actividad Física y viene practicando desde hace muchos años escalada de alto nivel. "Las pruebas para chicas son difíciles, pero asequibles", valora. "Este año sólo las ha pasado en el Consell [que posee un cuerpo distinto al municipal] una mujer", informa. Planells insiste en la dificultad de los ejercicios: "Tuve que apuntarme a una academia para la parte física sobre todo, y estuve tres años para sacarme las oposiciones", continúa.

Desde su punto de vista equiparar las pruebas –el caso de Madrid– es discriminatorio, "porque no somos iguales y no se nos ha de pasar a todos por el mismo cedazo, a no ser que el cuerpo tenga claro que no quiera mujeres", opina. El juicio de la bombera está en línea con la Ley de Igualdad, que considera discriminación indirecta por razón de sexo "la situación en que una disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pone a personas de un sexo en desventaja particular con respecto a personas del otro".

Para Planells, lo "más importante" es que un bombero "siempre desempeña un trabajo en equipo. Incluso para algunas tareas está bien que existan fisiologías diversas", señala. "Las mujeres podemos colarnos mejor por los agujeros, o trepar por una pared para meternos por una ventana", ejemplifica. "Lo que está claro es que yo no soy capaz de sacar sola de una habitación a un hombre de 80 kilos", admite. "Pero la mayoría de hombres del cuerpo tampoco podría probablemente", añade. "Aquí hay también muchos veteranos y no todos mantienen el mismo estado físico con el que empezaron", defiende. Por eso cree que muchas mujeres pueden llegar a demostrar más fuerza que determinados hombres.

Uno de los problemas que arrastra el cuerpo de bomberos, explica, es la inexistencia de unas pruebas físicas de seguimiento a lo largo de la vida laboral. "Por reglamento no estamos obligados a mantener una buena condición física", asegura. Algo sorprendente vista la responsabilidad de su trabajo.

En el cuerpo, prosigue, no hay reparto de tareas en función del sexo. En todo caso se valoran las características de cada bombero en función del siniestro. "Como estoy muy puesta con los deportes de montaña, es posible que me llamaran a mí en caso de rescates. O si me tuviera que subir hasta una ventana", explica. Irrumpe en la conversación uno de los compañeros que tiene guardia con Ruth. Xisco Mut opina que "hombres y mujeres deberían pasar las mismas pruebas con los mismos baremos. Si ellas no llegan, pues que nos bajen el nivel de exigencia a nosotros", propone. Mut declara que su postura es la más extendida en la profesión. "La mayoría de colegas querría equiparar las pruebas", asegura.

El entrenador de S´Aigua Blava Dani Martín conoce bien a los bomberos de Mallorca, ya que habitualmente practica deporte con ellos. Por eso atina poniendo el acento sobre una de las cuestiones fundamentales en este debate: "Si hay que sacar a alguien que se ha intoxicado de una habitación o a un compañero herido, está claro que ellas no van a tener la misma fuerza para hacerlo", sostiene. Por otra parte, opina que "el mejor bombero siempre va a estar mejor preparado físicamente que la mejor bombera". "Aunque es muy posible que ellas compensen esta situación con otros conocimientos. Por ejemplo, Marga Burguera, que acaba de aprobar las oposiciones del Consell, es enfermera", prosigue. "Incluso pienso que ellas tienen más templanza y son más inteligentes", añade. "Está demostrado científicamente que los hombres tienen más fuerza y resistencia que ellas, dos cualidades que se necesitan para este trabajo, pero cuyas funciones no se limitan sólo a eso. Los bomberos tienen que ser completos en todos los aspectos", continúa. "Por otra parte, creo que el hecho de que las féminas sean madres también marca. Los bomberos se juegan la vida y no es lo mismo perder a un padre que a una madre", argumenta.

El teniente coronel Ortiz, portavoz del Ejército en las islas, calcula que del millar de militares que hay en Balears, un 12% son mujeres. Dos de ellas, las soldados Mabel Moreno (30 años) y Cristina Julià (31) mantienen pareceres distintos acerca de la equiparación de las pruebas físicas de hombres y mujeres. Julià, que lleva cinco años en las Fuerzas, cree que es "lo más normal del mundo" que existan baremos diferentes "porque somos distintos". "Un hombre por su potencial natural puede hacer flexiones; yo, no", apunta. Moreno le rebate deprisa: "Si entrenas diariamente puedes llegar a hacer lo que hace un chico. Yo creo que las pruebas de ingreso deberían ser exactamente las mismas", sostiene. "Además pienso que nuestras diferencias están basadas en algo más cerebral que físico. Podemos ver más colores que ellos, escuchar más sonidos... Creo que si me interesa y me entreno puedo llegar a hacer lo mismo que otro soldado y en el mismo tiempo", insiste. Julià, que estuvo en Kosovo de misión, niega con la cabeza: "La potencia masculina es mayor. Cuando yo jugaba a fútbol y preparábamos un partido importante nos entrenábamos con chicos. Yo tenía 25 años y recuerdo que íbamos a jugar con los cadetes masculinos que tienen 15", evoca.

Tanto Moreno como Julià reconocen que la mujer puede rendir mejor que el hombre en algunos campos. "Somos más rápidas mentalmente, eso se ve en los exámenes psicotécnicos. A lo mejor se podrían aplicar baremos diferentes para los dos sexos en este sentido", refiere. Moreno, destinada en 2003 en el cuartel general de la OTAN, explica que en una carrera de orientación las féminas presentan una mayor capacidad para retener los detalles. "No me perderé, antes lo harán ellos", vaticina.

Julià, partidaria de la discriminación positiva, sólo pone excepciones a esta regla: "En Infantería de Marina o en la Unidad de Operaciones Especiales, cuyas funciones exigen una condición física muy elevada, creo que las pruebas sí que deberían ser iguales para los dos sexos", considera.

La soldado Moreno abandera, por sus intervenciones, un concepto de igualdad muy estricto, que no admite singularidades: "Si yo pido que me traten igual que a mi compañero, tengo que dar lo mismo que él", arguye. "Yo no puedo obtener los mismos beneficios que un soldado hombre si no aporto lo mismo", señala. Para Julià lo que cuenta es el esfuerzo dedicado en conseguir pasar las pruebas. "Es equiparable el trabajo previo de una mujer para conseguir saltar sin correr 121 centímetros que el que pone un hombre cuando brinca 145", asevera.

A diferencia de otros cuerpos, el Ejército sí que convoca unas pruebas físicas anuales (PAEF) que evalúan a los militares. "En mi caso", explica Julià, "me preparo sobre todo los seis kilómetros". La soldado recuerda que cuando ingresó dejó atrás a muchos hombres con los ejercicios físicos y los tiempos que registró se asimilaban a los masculinos. "Pese a ello creo que una mujer no tiene potencial y me parece bien que se exijan otras puntuaciones", indica.

En la Policía Nacional, "la multiplicidad de tareas conlleva que de manera natural haya hombres y mujeres, y que cada cual pueda elegir lo que más le vaya a su forma de ser", apunta la inspectora Janka Jurkiewicz (Vigo, 1971). "No es éste un trabajo de fuerza física, sobre todo en las áreas de administración o en los grupos de investigación", apunta, relativizando así la importancia de las pruebas deportivas de acceso al cuerpo. "En la policía no hay trabajos tan particulares que demanden unas cualidades específicas para su desempeño", cree. "Yo me veo igualmente en prevención y reacción como en seguridad ciudadana", confiesa.

"La mujer", asegura, "es un valor en alza en el cuerpo". De los 1.500 efectivos que hay en las islas, el 12,1% son féminas. "Además se nos necesita porque hay mujeres delincuentes y determinadas funciones las tenemos que hacer nosotras, como cachear. Por otra parte, si estás en un seguimiento es menos detectable una mujer policía que un hombre. Una pareja de hombre y mujer, de paisanos, siempre crea menos aversión", asegura. Aplaude Jurkiewicz que las pruebas físicas de acceso sean distintas para el hombre y la mujer. "Nosotras no somos ni tan rápidas ni tan fuertes, por eso el tratamiento debe ser desigual", razona. "El caso de los bomberos es diferente al nuestro, porque nuestra función principal no es salvar vidas. Igual para ellos sí es primordial medir si uno es capaz de sacar a alguien que se está asfixiando", observa. Los policías, como los bomberos, tampoco están obligados a pasar anualmente unos ejercicios físicos de revisión. "Hay unos que son voluntarios. Los que sí debemos pasar son unos trimestrales de tiro", explica. La inspectora reconoce que las mujeres ocupan en mayor proporción cargos burocráticos, "sobre todo por un tema de conciliación familiar, porque así ni sales de noche ni haces guardias", detalla. Si hay un departamento exigente físicamente en la Policía es el Grupo Especial de Operaciones (GEO), especializado en misiones de alto riesgo. "Aquí las pruebas y baremos son iguales para ambos sexos", informa la inspectora. De momento ninguna mujer ha conseguido formar parte de ese grupo. Una "élite" que debe estar al cien por cien tanto física como psicológicamente, opina Jurkiewicz. "Una excepción aceptable". Pero, ¿discriminatoria?