Jaime Anglada (Palma, 1972), presentador de televisión (Moments, IB3), regatista de la Copa del Rey, amigo de los Príncipes y, por encima de todo, rockero, publica su sexto disco, el primero en directo, Gira Stereo 10 11 (Blau).

–¿Cuánto ganan sus canciones en directo?

–Ganan siempre porque en mis directos no hay ni trampa ni cartón. Tengo muchas carencias y errores, pero cuando canto digo la verdad. Mi talento reside en una voz con fuerza, y la fuerza es evidente que la consigo en el escenario.

–¿Qué criterio siguió para elegir trece canciones de entre las 70 que caben en su discografía?

–Un criterio emocional y visceral más que uno cuidado al milímetro, algo que sí hago cuando trabajo en estudio.

–¿Por qué ha tardado 20 años en publicar un disco en directo?

–El primer sorprendido soy yo, no entraba en mis planes. Al principio era reacio, pero me convencieron, entre otros, Pablo Ochando (productor). Creo que hay que enseñar todo lo que hacemos. Este disco es un ejemplo de directo digno, grabado sin recording, con sus fallos y aciertos.

–¿Cómo le convencieron?

–Con un símil de F-1: si puedes conducir a 220 km/h, qué haces yendo a 170. Lo hacía por inseguridad, por falta de confianza en mí mismo. El directo está avalado por cuatro discos detrás. Me siento muy afortunado de seguir aprendiendo disco a disco.

–¿Cuesta encontrar la banda?

–Yo la he encontrado y está formada por Rubén García, Juanan Torrandell, Sergio Ruiz, David Gwynn y Daniel Magaña.

–¿Quién es Rebeca Jiménez?

–Una cantautora segoviana que admiro mucho por su voz, muy personal, y su talento. Tiene un disco muy bonito, Todo llegará (2008), y colabora en mi directo.

–La gira del ´Stereo´ concluirá el 4 de junio en el Auditòrium. ¿No le da vértigo semejante sala?

–Ya la conozco, porque he actuado como invitado en ella, acompañado a Los Secretos o David Broza. Sé que es un reto muy difícil, pero en la vida hay que marcarse retos.

–¿Después de sus ejercicios acústicos necesitaba volver al rock&roll puro y duro?

–Quiero hacer las dos cosas. Yo escribo de forma muy acústica y muy de medio tiempo, y creo que siempre es rock&roll. A Elvis, el rey del rock, lo que le hizo grande fueron sus baladas. El rock no es solo pegar saltos, eso es actitud. Figuras del rock como Neil Young, con Heart of Gold, o Bruce Springsteen, con Streets of Philadelphia, han conseguido grandes elogios por sus canciones lentas.

–¿Los Príncipes también son rockeros?

–Sí, lo demuestran viniendo a mis conciertos. También son fans de Luz Casal y de otros. ¡Pero si es que tienen nuestra edad, no van por su casa con una corona escuchando música clásica! Tienen una gran sensibilidad hacia la música. Hablamos mucho de música y nos recomendamos discos.

–Dice su hoja de promoción que ´Stereo´ es su mejor disco. Valiente afirmación.

–No sé si están mis mejores canciones, pero sí sé que es mi mejor disco. Lo siento, pero no puedo explicar por qué. Es una cuestión de seguridad. Habré sido inseguro en algún momento de mi carrera, pero siempre he hecho lo que quería: escribir mis emociones.

–Camino de los 40, habrá dejado de ser un niño.

–El rock retrasa nuestra adolescencia y eso me encanta. No he perdido mis ambiciones juveniles.

–Con dos hijos, ¿sigue viviendo dentro de la noche?

–Todo cambia, pero hoy me encuentro más rockero que nunca. Aguanto menos bebiendo pero soy más selecto.

–Usted irrumpió en el panorama musical al mismo tiempo que Jorge Drexler, Quique González e Ismael Serrano. ¿Siente algún lazo con ellos?

–El de la sensibilidad. Es por eso que escribimos canciones y creo que tenemos el mismo comportamiento ante un papel en blanco. A Drexler le conocí en sus inicios, cuando los dos estábamos en Virgin; Vaivén (1996) es un disco precioso. Y Quique González es un gran amigo mío. Con Ismael Serrano he tenido menos contacto. Pero las dos voces más importantes para mí son las de Carlos Tarque y Miguel Ríos. Disciplina y talento definen a Mike Ríos. Lo querría tener siempre cantando, pero eso sería egoísta. Acepto que se retire, siempre y cuando lo haga para no volver.