Habla a mil revoluciones, con el descaro de saberse pionera en la materia aunque sin presumir de ello. "Siempre se había hecho micropoesía pero nadie la ha reclamado como profesión. Y yo lo he hecho, por eso puedo permitirme ser y hacer lo que me dé la gana". Así se expresa María Josefa Martín de la Hoz, Ajo, para los amigos. Ayer deleitó a los incondicionales del Festival de Poesia de la Mediterrània en su espectáculo literario. Nada convencional, claro.

Si tuviese que definir lo que hizo ayer en Palma diría "cabaret micropoético". A continuación, la explicación. "Si lo puedes decir en diez palabras hazlo mejor en cinco". Para que malgastar, debe pensar. "Siempre he sido así, con vocación de brevedad y me va bien", añade esta micropoetisa madrileña, que en su día fue también la cantante de Mil Dolores Pequeños. "La música y la literatura casan bien".

Se declara admiradora de Gloria Fuertes y de Alejandra Pizarnik, otras micropoetisas como ella. "Yo estoy orgullosa de ser lo que soy, aunque los de la RAE no sepan qué es". "¿Pero acaso alguien podría definir qué es la poesía?", pregunta. Y tampoco le preocupa que piensen los ortodoxos de la materia. "Me importa un carajo. Que me dejen hacer lo mío y que ellos sigan con sus monólogos aburridos". Sin pelos en la lengua.

Ya ha publicado dos libritos, "dos obras completas que se leen en menos de diez minutos". Del primer volumen vendió siete mil ejemplares; del segundo, cinco mil. Nadie dice nada de ello. "Vivo en mi micromundo, un lugar donde tienes que inventar el minuto siguiente. Y merece la pena".

En esta ocasión no hubo piano en el Principal. Se enfrentó al público ella solita, sin artificios, sin ideas preconcebidas. "Yo me desnudo siempre, pero a veces un micropoema me duele mucho y decido no leerlo. Hay mucha improvisación". Hasta hace poco, empezaba sus actuaciones de la siguiente manera: "No sé qué os imagináis, pero esto no va a ser para tanto, así que espero que vengáis impresionados de casa". Aplausos sí que arrancó.