El Mediterráneo es un caldero lleno de temas pictóricos y un terreno que le sirvió a Picasso para investigar en las distintas técnicas. Ahondar en la evolución artística del malagueño a partir del Mare Nostrum es posible a partir de las casi ochenta obras que ocupan a partir de hoy y hasta el 9 de enero la planta baja y el entresuelo del Casal Solleric.

La muestra itinerante Picasso mediterráneo se ha visto ampliada en Palma con 28 obras más dedicadas a la tauromaquia, que son las primeras que le dan la bienvenida al espectador. "Hemos tenido en cuenta los toros porque es una tradición arcaica desde Creta. El toro tiene un carácter genésico y ritual. Y nunca abandonó a Picasso", explica la comisaria y directora de la Fundación Casa Natal, Lourdes Moreno.

Corridas muy convulsas, la figura del picador, insignias de ganadería o toros sintetizados dan paso a litografías centradas en los personajes de las Sagradas Escrituras. Salomé (1905), la pieza más antigua de la muestra, responde a una recuperación de este mito en la época. Hasta Óscar Wilde llegó a dedicarle una ópera años después. David y Betsabé es un homenaje del malagueño a la pintura de David Cranach.

El influjo de los griegos y los romanos y la celebración mitológica son otros apartados de esta exposición en los que se retoman las composiciones helénicas y elementos como faunos, ninfas o vacantes. En unos puede verse la imitación del estilo clásico y en otros la reinterpretación picassiana, siempre revolucionaria con las formas y los volúmenes.

Por otra parte, el artista andaluz Jacobo Castellano inaugurará hoy a las 20 horas en el Espai Quatre Malos tiempos, una instalación que recoge pinturas, esculturas y collages recientes que ahondan en la memoria personal y familiar del artista, pero que rompen con la previsible nostalgia aportando siempre un elemento irónico que resta gravedad a la introspección del creador.