Las relaciones de pareja y el trauma de la violencia machista se abordan desde una óptica pedagógica en la novela gráfica "Con locura: amor y malos tratos", una historieta que reflexiona sobre el origen y las consecuencias de este mal a través de la historia de una pareja que lucha por superarlo.

"Con locura..." nació como un texto para una obra de teatro, señala el guionista Sylvain Ricard en una entrevista con Efe a través del correo electrónico en la que explica que la puesta en escena, así como el relato, mantienen muchos de los parámetros concebidos para el escenario.

"Quise que fuera una sola historia contada por dos protagonistas que parecen responderse, pero que no se entienden, símbolo de toda su historia personal y del fracaso de la palabra que los lleva, invariablemente, a una violencia más o menos exacerbada y física", señala Ricard (Francia, 1969).

Esta propuesta próxima a lo teatral tiene el objetivo de "acercar" al lector, al mismo tiempo que lo "aleja" de la historia. "Hay una voluntad de distanciamiento, proponiendo separar al lector de los personajes, a través de una especie de cámara o de escenas de teatro ficticias", detalla el escritor.

El cómic cuenta, de forma lineal y sencilla, la vida de una pareja de clase media -"occidental, aburguesada y exitosa", apostilla el guionista-, desde su primer encuentro en la universidad y su posterior boda, hasta la aparición de las primeras discusiones y maltratos.

La historia aborda la violencia machista desde diferentes perspectivas, no sólo desde la óptica de pareja. De hecho, "Con locura..." se detiene en la relación de los protagonistas con amigos, familiares y compañeros de trabajo, e incluso, con policías, médicos y jueces.

"Todo lo que rodea a los protagonistas de la violencia familiar es primordial, cualquiera que sea su papel", afirma Ricard. Y añade: "Abordar el problema de la violencia conyugal es hablar de todos ellos".

La novela gráfica tiene la particularidad de mostrar a todos sus personajes con rostros animales, algo habitual en los dibujos de su ilustrador, James (Francia, 1968).

"Opté por este estilo porque me permite un dibujo más vivo, y porque tengo la impresión de hacer personajes más creíbles con caras animales que con caras humanas", indica James.

Además, el dibujante explica que el uso de estos rostros le confieren a los personajes "cierta universalidad", ya que el lector no se detiene a mirar "si el personaje es rubio o moreno, si tiene la piel clara o no", lo que acaba por "sumergirlo" de forma más directa en la historia.

El color también incide en el objetivo de que el lector no "distorsione" su mirada. Para ello, James se vale de un trazo con cuerpo y tonos ligeros de color sepia. "La elección del sepia, que aporta un poco de calidez, es voluntaria. No queríamos hacer un libro demasiado árido, con una gama de grises muy fría", detalla.

Por otro lado, ambos autores coinciden en la idoneidad del lenguaje de la historieta para analizar temas tan sensibles como el de la violencia machista. Sobre todo por el "fácil acceso" que tiene el cómic en los jóvenes, al ser "más lúdico", en opinión de Ricard, que la literatura.

Sin embargo, el lector de tebeos no es un "simple espectador", recuerda James. Éste debe "imponer su ritmo" al relato, lo que lo convierte en alguien "más receptivo a los mensajes".

"Si a esto agregas el lado atractivo del dibujo y el doble lenguaje que permite instaurar con el texto, tienes entonces un excelente recurso pedagógico", opina el dibujante.