La sugestión es engañosa. Cuando uno entra en el Taller 6A le embisten los ecos de un partido de frontón vasco. Y se corre el riesgo de pensar que estamos a las puertas de una versión artística y también politizada de La pelota vasca de Julio Medem. Pero no. A Fernando Pagola (San Sebastián, 1961) le interesa "la estética escultórica del cuerpo" de los pelotaris, "cercana a las obras pétreas de los griegos". Y poder experimentar con ella a partir de las técnicas de grabado. Así que, de estrategias políticas, nada.

Dos años de trabajo –interrumpido– en el Taller 6A de Palma han fructificado en A l´ombra de Perkai, la primera muestra del artista en la isla, a pesar de que su nombre esté presente en las más destacadas colecciones de Mallorca.

La figura humana pero también el edificio donde se practica esta suerte de frontón milenario despertaron la curiosidad plástica del artista vasco. Varias piezas ilustran la caja arquitectónica donde se practica la pelota vasca. "En Palma había un frontón en Paseo Mallorca, pero ya no existe. Muchos vascos venían a hacer ´la mili´ aquí por eso y porque les daban la tarde libre. Me interesa ese cubículo porque es un lugar de reunión que, junto a la iglesia y el ayuntamiento, ha definido la arquitectura de los pueblos vascos", argumenta.

Pese a reconocer su interés por estos lugares de congregación, el artista refuerza la idea de que ha escogido el tema de la pelota vasca "como excusa" para experimentar con la obra gráfica. "He usado sobre todo la litografía, pero en ella he manejado el concepto de fotocopia", explica. De una pared, penden los fotogramas – "en el fondo, fotocopias pintadas y retocadas"– de un vídeo que se proyecta en la planta baja. Al espectador puede sorprenderle que Pagola reivindique la fotocopia, "la obra gráfica por antonomasia", dice, "gracias a la cual el público sin dinero ha podido tener acceso a determinado tipo de arte", observa.

Y aunque no lo parezca, el vasco le ha sacado aún más jugo a la figura del pelotari. "Es un personaje mítico, casi de leyenda, como los foners (honderos) mallorquines, que nos sirven en el fondo para explicarnos a nosotros mismos", reflexiona.

Pero, ¿podría el artista hacer lo mismo con un futbolista? "No. El fútbol tiene una dinámica comercial que no me gusta. Es cierto que los pelotaris están en auge y sus ropas blancas se están llenando ahora de patrocinadores. Por eso los voy desnudando, tanto, que ya son casi esculturas. Eso sería imposible hacerlo con un futbolista", insiste. El mito de Perkain resuena en la sala del Taller 6A. El atleta del siglo XVIII es un personaje que le sirve a Pagola para definir el espacio de utopía del vasco, "alguien fanfarrón y bravucón". "Nuestras leyendas a veces no se han valorado, pero está claro que nuestra idiosincrasia se ha formado a partir de ahí", concluye, frente a sus pelotaris cual discóbolos griegos, que golpearán próximamente en el Kursaal de San Sebastián.