La semana pasada coincidí por Palma con Ricard Urgell, el director del Arxiu del Regne. Tenía buen aspecto, lejos de la aflicción que a veces se le intuye. Se notaba que ahora es el hombre del millón de euros dentro de la conselleria de Cultura. En estos momentos, si hay una inversión cultural asegurada desde Madrid, es la remodelación del Arxiu de la calle Ramón Llull, propiedad del Estado. Así lo reza el anteproyecto de Ley de Presupuestos de 2011: 4,8 millones contantes y sonantes se suman a otro millón recibido en 2010. Para el Museu de Mallorca en este 2011, ni una miaja. Así que igual tendrán que volver a montar las salas para los visitantes, porque para 2012 tampoco hay nada previsto. Nuestra tesis sale así reforzada: la ministra González-Sinde vino exclusivamente a Palma el pasado junio a colgarle la medalla a otro señor, porque ella es incapaz de ponerse una.

En el Consell están que tragan sapos. Para la rehabilitación de La Misericòrdia, el ministerio de Vivienda sólo ha destinado para el próximo año 500.000 euros de un total de 5,1 millones que cuestan las obras. Un retraso que se suma a otra herida que supura: el Espai Mallorca de Barcelona. En el último año, los trabajadores del centro sufren retrasos de hasta tres meses para cobrar las nóminas y se debe el alquiler del local por los impagos de la institución. Buena parte del Gremi d´Editors, gestores del Espai con 250.000 euros del Consell y otros tantos del Govern, desean continuar con este escaparate para sus publicaciones. Pero empieza a haber voces críticas: "Allí se venden quelitas y muy pocos libros", se queja un editor, "y lo que hay que hacer es contratar a un buen distribuidor de Cataluña para que haga llegar nuestros libros a muchos puntos de venta". La última vez que hablé con el presidente del Gremi de Editors, le hice una pregunta muy sencilla: si se vendían más quelitas que libros, que calculara grosso modo, pero me dijo que no llevaba la estadística encima. Pero yo sí tengo otra, de estadística: a una de cada dos personas que te encuentras del mundillo cultural, el Consell le debe dinero. Los organizadores del Festival Neotokyo de música electrónica llevan dos años consecutivos sin cobrar una subvención que les otorgó esta institución, por lo que el evento peligra. Los artistas locales que participan son los más perjudicados, condenados a ser eternos amateurs, porque los grandes nombres de fuera son los primeros en hacer caja. Esperemos que no se repita una cancelación como la del Festival Pitch en 2007.