A Mario Vargas Llosa, galardonado con el Nobel de Literatura, se le puede llamar con toda propiedad "señor de la palabra". Gran renovador de la narrativa en español, sus novelas han seducido a millones de personas en el mundo, quizá porque su gran ambición fue siempre la de "contar una historia bien contada".

El Premio Nobel, para el que Vargas Llosa sonaba como candidato desde hacía años, ha servido hoy para reconocer de forma definitiva una trayectoria que comenzó a deslumbrar en los años sesenta con obras como "La ciudad y los perros", "La casa verde" o "Conversación en La catedral".

Luego vendrían numerosas novelas, entre ellas "La guerra del fin del mundo", "El hablador", "La fiesta del chivo", "El paraíso en la otra esquina" o "Travesuras de la niña mala", que lo consagrarían como uno de los grandes escritores latinoamericanos, pero también del resto del mundo, y que lo harían merecedor de numerosos premios.

"La ciudad y los perros" ganó el Premio Biblioteca Breve y el de la Crítica española, distinción esta última que luego recaería también en "La casa verde", esa gran novela de Vargas Llosa que fue galardonada además con el Nacional de Novela de Perú y el Rómulo Gallegos.

Sus grandes dotes como novelista, ensayista, articulista y autor teatral se han visto reconocidas también con premios de tanta importancia como el Príncipe de Asturias, el Cervantes (1994) y el Internacional Menéndez Pelayo.

Gran admirador de Víctor Hugo y de Flaubert, Vargas Llosa ha creído siempre que la literatura "es una expresión maravillosa de la libertad humana" y "ayuda a vivir". Por esa razón el escritor "no puede rehuir una cierta responsabilidad, sea moral, social o política, que trasciende lo puramente estético".

Con esas palabras expresaba Vargas Llosa su concepción de la literatura en unas jornadas que la Fundación Santillana organizó en Cantabria hace dos años, y en las que decía que las buenas novelas sirven para descubrir "todo aquello que quisimos ser y que inventamos para vivirlo de mentira".

"Por eso, la literatura es la gran acusación, la gran requisitoria; y es una demostración permanente de esa actitud crítica que ha sido el motor del progreso y de la civilización", afirmaba en aquella ocasión el escritor.

La lectura de Faulkner fue fundamental para él en los 50, pero leer "Madame Bovary" le cambió la vida como escritor. Vargas Llosa siempre admiró "la terquedad y la perseverancia" de Gustave Flaubert para conseguir obras maestras, una perseverancia que sin duda el escritor peruano aplica siempre a la hora de intentar que cada uno de sus libros sea mejor que el anterior, más audaz desde el punto de vista literario.

De la realidad a la ficción

Sus novelas parten de la realidad, pero, luego, el espacio y el tiempo en que transcurren "se convierten en una ficción", se emancipan del mundo real y cobran autonomía. Y ahí reside "el poder de persuasión" de sus obras, según le decía a EFE Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española y gran experto en literatura.

Escritor comprometido con el mundo que le ha tocado vivir, Vargas Llosa ha reflejado su preocupación por Hispanoamérica en novelas como "La fiesta del chivo", en la que recrea de forma magistral las tres décadas de la dictadura dominicana del general Trujillo.

Y ese compromiso vital aflora con frecuencia en sus numerosos artículos, en sus intervenciones públicas o en sus declaraciones a la prensa.

Nunca rehuye hablar de política y decir lo que piensa con claridad, aunque no siempre sus opiniones sienten bien.

En los últimos años ha criticado con frecuencia la influencia de Venezuela y de Hugo Chávez en el resto de América Latina. El "socialismo autoritario" del presidente venezolano "es un gran peligro" para esa zona del mundo y para quienes no desean que haya "un retroceso hacia formas dictatoriales".

Y sobre Cuba, el escritor peruano suele afirmar que, mientras viva Fidel Castro, los cambios que pueda haber en ese país "no serán fundamentales".

Vargas Llosa se documenta de manera exhaustiva para cada una de sus novelas. Pasa meses en las mejores bibliotecas del mundo y viaja a donde sea necesario para conocer los escenarios en los que sitúa sus historias. Y no siempre esos viajes son seguros ni cómodos.

Para preparar su próxima novela, "El sueño del celta", que el 3 de noviembre Alfaguara publicará en todo el ámbito hispánico, Vargas Llosa viajó al Congo porque allí transcurrió una parte de la vida del protagonista de este nuevo libro, el irlandés sir Roger Casement.

Casement fue cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo del escritor Joseph Conrad, que fue quien le abrió los ojos sobre las atrocidades que se cometían en aquel país africano cuando éste era propiedad de Leopoldo II, rey de los belgas.

Será a primeros de noviembre cuando los lectores comprobarán de nuevo la capacidad de seducción de Vargas Llosa y la maestría de su literatura.