Tan joven y preocupada por la memoria. Antonia del Río (Capdepera, 1983) lucha contra el paso del tiempo y la nada con sus "obras congeladas", una serie de objetos fosilizados creados en los últimos dos años que conviven con fotografías e instalaciones que custodian los recuerdos.

La muestra de la artista, Diàlegs, memòria i oblit, se inaugurará el día 24 en la Torre de ses Puntes (Manacor), y terminará su periplo el próximo mes de enero en el centro cultural de Felanitx.

Las fotografías en blanco y negro pretenden constatar la importancia de los abuelos en la sociedad y su función de transmisión del conocimiento y la memoria. "Trato de congelar el rastro de esas personas no con un retrato directo, sino con las huellas que van dejando en el hogar: sus pertenencias", señala Del Río, que en la serie Sábanas frías continúa con la misma idea, pero fotografiando el exterior. Discos, libros, pelucas, camisas, telas, boinas sustituyen a sus dueños y las historias que vivieron.

Una lupa, un biberón, un libro o un encolador de sellos han sido fosilizados con resina. Con la misma intención que antes: detener el tiempo y recuperar la memoria.

Dibujos abstractos sobre lugares que la artista recuerda, un vídeo, una instalación con periódicos viejos y una pieza de metacrilato seleccionada en Estampa 2009 con citas de escritores y artistas, entre ellas una de L´home manuscrit de Manuel Baixauli, ahondan en la necesidad de no caer en el olvido.