Diana de Francia, y van ya 33 años, ha vuelto a escoger la Mallorca de verano para descansar y seguir cultivando su arte. La Duquesa de Württemberg, a la espera de que su familia llegue a Flor de Lys –su residencia de Esporles– confirma que sigue tan humanitaria como siempre, ahora volcada con los niños que pululan sin futuro por las calles de Paraguay. Y esta vez, respira, sin intermediarios, de una manera directa, que le permite comprobar que el dinero y los recursos aportados tienen una utilidad real en los talleres que allí gestiona el Padre Lalo. La princesa, también artista, anticipa también que en septiembre comenzará a moldear sus "últimos" grandes ángeles, dos bronces de siete metros de altura que esculpirá en la isla para llevarse después hasta el castillo de Altshausen. Sincera como nunca, advierte antes de contestar: "Todo lo que digo lo pienso. No hago trampas, no me gusta la comedia".

–Han tardado 5 Roland Garros en rendirse a Rafel Nadal.

–¿En serio? Somos muy chovinistas. Yo desde luego no soy así, y me cuesta entender que ésto suceda. Por cierto, Nadal tiene cara de niño bueno. Es muy tímido, ¿no?

–Diana de Francia, y ya de Esporles. ¿Qué tiene de mallorquina?

–Muy buenos amigos, con los que me lo paso muy bien desde hace muchos años. Yo no soy de jet set, prefiero la intimidad de casa, o salir a comerme una paella o algo típico mallorquín.

–¿La isla le calma?

–No, el virus de la ´isla de la calma´ no me entra. Y me extrañaría que lo hiciera. Tengo mucha energía, y la sé aprovechar. No me canso nunca.

–¿En qué se parece a Juana de Arco?

–Quizás en que nunca bajo los brazos. Cuando quiero una cosa lucho por ella, y cuantas más pegas me encuentro más lucho. De todos modos no soy tozuda, sé reconocer mis errores y sé parar cuando me lo recomiendan.

–Ha visto como Mallorca se ´hiperconstruía´ y se ´hipercorrompía´. ¿Hay salvación?

–Sí, no te preocupes por eso. Los mallorquines son como los gatos, que siempre caen de pie. Mallorca ha sabido sobreponerse a todo.

–¿Las princesas tiene derecho a quejarse por estrés vacacional?

–No deberían hacerlo, yo desde luego no lo tengo. Además, existe un tipo de estrés que es bueno para la salud.

–¿Letizia tampoco?

–Ya sabía con quien se estaba casando, lo que implicaba. Ella se lo ha buscado. Además, viene del mundo del periodismo, lo conoce demasiado bien. Yo nunca he tenido problemas con la prensa, siempre me ha tratado muy bien. ¿Sabe por qué?, porque siempre he aceptado que los periodistas sólo estáis haciendo vuestro trabajo.

–Hace diez años pedía para el XXI una aristocracia más humana, más comprensiva y cercana. ¿Cómo ve la cosa?

–Algunos podrían hacer más, pero hay mucho egoísta que prefiere descansar. En realidad todo el mundo, desde un cura a un periodista o un profesor, tendría que ser un poco más humano, ayudar, saberse poner en la piel de los demás, que no es nada fácil. Pienso que Dios nos ha puesto en un sitio, y hay que aceptarlo, pero está claro que los que vivimos más arriba tenemos que tirar de los que están más abajo.

–¿Usted lo ha hecho siempre?

–Reconozco que también he cometido errores, pero la diferencia es que siempre he sabido, y que sé, pedir perdón. No soy una persona mala, nunca he querido hacer el mal. Si alguna vez ha ocurrido ha sido sin querer.

–¿Si el arte lo crea una princesa parece menos arte?

–Hay críticas hechas con amor, para ayudar, como hacen las madres. Hay otras que se hacen sólo para destruir. Para mí fue muy difícil al principio. La gente juntaba las dos cosas, decía que mis obras se vendían por el hecho de ser una princesa. Al final mi trabajo se ha terminado reconociendo, aunque es algo me da absolutamente igual. Desde el primer momento he seguido mi camino, donando una parte de lo obtenido con la venta de las obras.

–¿Si uno de sus bisnietos le sale torero se lleva un disgusto?

–No, un disgusto desde luego que no. Cada país tiene su carácter, su propia personalidad. Es lo bonito, si no sería un mundo muy repetitivo. Los toros en España son arte, al menos en Sevilla, donde entienden y saben cuándo aplaudir. El día que me enteré de que Cataluña prohibió los toros me quedé plantada. ¡Y lo han votado ellos!

–Entonces, hay que saber aplaudir.

–Sí, claro, hay que saber aplaudir. Ahora ya se aplaude por todo, incluso cuando un avión aterriza. Yo no lo hago, me parece una estupidez.

–Para hacerlo más rápido: ¿Qué países no conoce?

–Chile, Perú y Bolivia.

–¿Nicolas Sarkozy está a la altura de Francia?

–Está haciendo muchas reformas, casi una al día, y me parece bien porque el país estaba un poco anticuado. Está por ver si seguirá o no, aquí se admiten las apuestas, ya veremos... ¿Sabe?, en Alemania le llaman el Pequeño Napoleón.

–¿Tiene algún disco de Carla Bruni?

–(Ríe). ¡No!, fui a verla una vez y ya me bastó. La verdad, me parece que es muy sosa.

–¿ Dios ha perdido algo de credibilidad con tanto escándalo de pederastia?

–No, no lo creo. Soy creyente, aunque no de una manera exagerada, pero me parece que existe un cierto interés en hacer daño a la religión católica; creo que deberían dejarla un poco tranquila. El católico, a diferencia del judío o el árabe, nunca ha sabido defender su religión.

–¿Sigue devorando la vida "como si fuera un pastel"?

–Sí, claro que sí. Todos los días lo primero que pienso cuando me levanto es: ´¡Qué bien, un día más!´.