–El Parlament de Cataluña le ha avinagrado el día.

–Me parece un tremendo error. Con la prohibición se prescinde de muchos siglos de patrimonio cultural. Es una catetez hecha por políticos ignorantes.

–Como aficionado taurino, ¿se siente perseguido?

–No. Quienes pierden no somos los aficionados, sino los catalanes, que se privan de un acontecimiento histórico, artístico y cultural de gran trascendencia. Sin los toros, medio Museo del Prado no tendría sentido.

–Usted es un admirador de José Tomás, que se había convertido en el gran defensor de La Monumental.

–José Tomás, gran amigo, llenaba La Monumental en pleno agosto, en las fechas más raras. Imagino que los catalanes, a partir de ahora, tendrán que hacer como cuando íbamos a Perpiñán a ver las películas eróticas, se tendrán que ir al sur de Francia para ver toros.

–Estuvo en Perpiñán y recientemente en Praga, con el poeta Benjamín Prado. ¿Escribir canciones a cuatro manos resulta más fácil?

–Nos fuimos a Praga por casualidad y no teníamos muchas esperanzas de que eso funcionara, pero la verdad es que lo pasamos maravillosamente bien. Mantuvimos un diálogo durante las 24 horas del día sobre cada verso, cada coma, cada acento de las canciones. Y claro, al hacerlo con un poeta tan bueno y a la vez con un amigo tan cordial, simpático y cómplice, la estancia en Praga se convirtió en inolvidable.

–Después de siete meses de convivencia, ¿qué descubrió?

–Es muy difícil con un creador, un escritor o un músico hacer cosas a cuatro manos porque cada uno tiene su propia idea y resulta complicado salir de sí mismo y ponerse al servicio de algo que está hecho entre dos. En el caso de Benjamín Prado no hubo el más mínimo problema. Peleábamos a muerte por cada coma, pero el resultado final nos dejó a los dos bastante satisfechos.

–Su colega ha llegado a decir que este ´Vinagre y rosas´ es el mejor disco de Sabina.

–Yo no estoy seguro, pero sí sé que no me da vergüenza escucharlo en un taxi.

–Que es el sitio en el que Sabina escucha sus canciones.

–En casa prefiero leer y escribir. Si pongo música me distraigo y no puedo hacer otra cosa que no sea escuchar. Así que la música la escucho en los taxis o en la furgoneta, camino de un concierto.

–Imagínese un trío. Benjamín Prado, Joaquín Sabina y...

–No. Para hacer un trío elegiría a dos chicas.

–¿Dos escritoras conocidas?

–O desconocidas, que tiene más emoción.

–¿La Praga que ha conocido tiene algo que ver con el Madrid de hace treinta años?

–Pues a lo mejor tiene algo que ver con aquel Madrid en cuanto a que están disfrutando de la transición, ocupan las calles, abren locales de jazz y paladean una cierta libertad...

–¿Qué tal se trabaja con Sabina?

–Pues yo creo que bien aunque alguna gente que ha trabajado conmigo, que no es el caso de Benjamín, dice que soy insoportable.

–¿Es la de ´Vinagre y rosas´ la última gira de estadios y grandes recintos?

–Es muy probable que sea la última gira de estadios, plazas de toros y cosas así, porque cada vez me apetece más que la música no sea un pretexto para reunirse la tribu y cantar odas a los campeones del mundo de fútbol. Me apetece que la música sea música y se oigan los matices, la respiración de la voz, las guitarras, y eso sólo sucede en espacios un poco más pequeños y razonables.

–Descartada queda la canción a los campeones del mundo de fútbol.

–Eso de oé, oé, oé no es mi estilo.

–Y nunca pensemos que colgó la banderita en su balcón.

–A mí me irritan las banderitas de la selección española, las senyeras o las de Euskadi, cualquier bandera. A mí la única bandera que me representa es la pirata.

–¿Se imagina una vida sin escenarios?

–Perfectamente, de hecho yo no soy de los que tocan todos los años, de repente me tiro dos o tres años sin subirme al escenario y no los echo mucho de menos.

–¿Cómo se defienden las nuevas canciones en un repertorio cargado de éxitos?

–Al principio pensábamos que iba a pasar como en todas las giras que uno empieza cantando cuatro o cinco del disco nuevo y a medida que avanza la gira las vas quitando y sustituyendo por clásicos. Pero en este caso no ha sucedido así y hasta en los lugares más raros seguimos cantando la canción de Praga (Cristales de bohemia) Las nuevas han enganchado muy bien con el resto del repertorio y con la gente, lo que me ha producido sorpresa y satisfacción.

–2010: una de sus giras más grandes y triple disco de platino. ¿Quién dijo crisis?

–Este año me está pasando como aquél, también de crisis, en la transición, con el desencanto y la reconversión industrial. Aquél también fue uno de mis mejores años, lo cual me preocupa porque me hace pensar que la Historia y yo vamos por caminos completamente distintos y contrarios. Y también me da complejo de culpa, porque mi profesión lo está pasando muy mal. Cuando miro alrededor y veo que yo estoy tocando todos los días en sitios muy grandes, me parece que algo raro pasa. Tal vez sea que mis canciones se llevan bien con la crisis, al ser tristes y de desamor.

–De la jubilación mejor hablamos otro día.

–No tengo intención de retirarme de los teatritos, pero sí pienso dedicar más tiempo a escribir y menos a cantar.

–¿Los jóvenes vienen pisando fuerte?

–Yo estoy loco por encontrar a unos jovencitos que nos saquen a patadas y pelear con ellos, porque eso estimula mucho, pero yo no los veo por ningún lado. Y además, si alguno me gusta, cumplo la vieja máxima de "si no puedes con tu enemigo, únete a él". Por eso los traje a grabar conmigo.

–¿A qué hora se acostó ayer?

–Temprano, a eso de las dos de la madrugada.

–¿Qué fue del Sabina crápula?

–Del Sabina que pasa las noches en los bares hace mucho que no se sabe pero del que pasa las noches en su casa haciendo casi lo mismo que hacía en los bares, ese sigue perfectamente vivo.

–¿Le cuesta llevar una vida sana?

–Me cuesta mucho, porque yo no he sido capaz a lo largo de 60 años de desarrollar costumbres y horarios, y entonces vivo a salto de mata.

–Hablemos de vicios, por ejemplo de la corrupción. ¿Cuándo los políticos lo dejarán?

–Supongo que nunca, porque la corrupción va unida a ese oficio, el de tratar con caudales públicos. Parece que desde que existe política existe corrupción, igual que desde que existe el hombre existe el pecado, o al menos eso nos dijeron.

–¿Desencantado con los diez años de Zapatero?

–No, porque yo nunca he estado encantado, ni con Zapatero ni con nadie. Algunas veces apoyo a algún partido, generalmente sin entusiasmo, porque creo que es lo que conviene en ese momento histórico. Ahora mismo no tengo ni idea de a quién votaría, pero creo que no repetiré voto.

JOAQUÍN SABINA EN CONCIERTO

10 de agosto.

Palma Arena.