"El pintor nunca pensó que sus dibujos, aquellos que no eran estudios académicos, verían la luz. Probablemente tampoco lo habría querido". La Fundació La Caixa ha entendido ineludible desoir la voluntad de Hermen Anglada-Camarasa, un artista que no sólo fue color, "ingente" el trabajo que abocetó o creó con vocación de arte sobre el papel. Institución convencida de que ha llegado el momento de que el barcelonés "suba peldaños en la Historia del Arte", inauguró ayer en CaixaForum Anglada-Camarasa, desde el dibujo (hasta el 17 de octubre). Estudiada selección de piezas, descubre "la vertiente menos conocida" del creador a través de 97 dibujos y 14 pinturitas al óleo, documentos que "acercan al proceso de creación de sus pinturas". Y que permiten "disfrutar del trazo" de un "excelente dibujante".

"Es otro Anglada, otra manera de conocerle". Así lo confirmó ayer Silvia Pizarro, comisaria de la muestra, igualmente suyas las impresiones del párrafo anterior. La muestra, desgranó, no disecciona a Anglada-Camarasa por años, sino por temáticas, recuperando primero los bocetos de su periodo de formación. También su obra más academicista, que sí exponía para reivindicarse buen dibujante. O los apuntes al óleo de su etapa parisina. O sus escenas y danzas gitanas. O sus retratos y composiciones, embriones de sus cuadros. Y sus paisajes, claro, punto final de la muestra, reconocibles las siluetas de Pollença.

La exposición, una suerte de retrospectiva del Anglada más instintivo, se completa con algunos de los objetos que el artista coleccionaba para vestir a sus modelos, entre ellos un mantón de manila, un traje de luces o una mantilla valenciana.