En una entrevista con EFE, Cabrera Vivanco, que adquirió cierta notoriedad en el año 2000 a raíz de la biografía de la Premio Cervantes Dulce María Loynaz, ha explicado que su nuevo libro no es político, "aunque en Cuba cualquier cosa que se escriba en contra del sistema es reprimida", y sí una extensa narración -más de 500 páginas- con toques sociales, históricos y psicológicos.

En este título publicado por Grijalbo, la autora de La Habana se adentra por las vidas de las ficticias familias de los Monteagudo y los Falcón para contar su evolución desde el hundimiento del Maine hasta el triunfo de la revolución castrista.

Amor, compromiso político, dolor, desengaño, silencio y secretos inconfesables van entremezclándose en el relato, con protagonistas como la anciana Ángela -que surge de Dulce María Loynaz-, el tarambana Vicente Falcón o Águeda Monteagudo, una mujer atormentada desde joven por no haber acabado casándose con el único hombre que la enamoró.

Ana Cabrera Vivanco, que nació en el seno de una familia de clase alta, con raíces en España, en 1950, señala que ha querido dar a conocer una imagen diferente a la que ofrece el régimen actual "dando a entender que todo va bien" y que esconde un "pasado de esplendor".

"Quería -precisa- que se cambie la visión tan estrecha que se tiene de la isla, y que se vea, sobretodo en la tercera parte de mi novela, la tragedia que vive el país con los balseros y con las familias separadas por un sistema político".

Precisamente, la escritora ahonda en este aspecto y sostiene que "Cuba necesita un cambio total en todos los aspectos, porque se está generando mucha desesperanza en las nuevas generaciones que buscan su futuro".

A su juicio, "lo más grave es el daño que se ha hecho entre las diferentes generaciones familiares, prevaleciendo la política a los sentimientos de familia. Eso es lo más preocupante para el futuro.

Ojalá todo cambiara mañana, porque la patria la llevas en la sangre, igual como llevas contigo siempre a tu madre".

Insiste en que "es necesario que vayamos todos por el mismo sendero ante un estancamiento monolítico del totalitarismo de Estado, que no deja evolucionar a la sociedad".

El reto más grande de Cuba, mantiene Cabrera Vivanco, es "que los cubanos vuelvan a mirar hacia un ideal común de sacar adelante a una nación. Pero no será fácil", reconoce.

Respecto a su propia historia personal, rememora que en el año 2001 salió de Cuba para presentar en Tenerife su libro "La voz del silencio" y unos amigos catalanes de Tarragona la invitaron a quedarse en esta ciudad.

En la metrópoli mediterránea empezó una nueva vida sola y tuvo que esperar más de tres años a que se pudieran unir a ella su hija -que trajo en una maleta parte del manuscrito de "Las horas del alma" que se había quedado en Cuba- y su marido, con el que lleva casada 36 años.

Ahora, dice, "Tarragona es mi segunda patria, con sus atardeceres rojos iguales a la canción de Serrat, mientras que La Habana la llevo en el alma y Barcelona es la ciudad que me robó el alma desde la primera vez que la conocí".

Esperando cómo acogen los lectores su primera novela, advierte que ya ha escrito un nuevo relato, "Las cien voces del Diablo", que nada tiene que ver con esta primera novela de largo aliento e incontables personajes.