Es Baluard sirve en bandeja las obras más escabrosas y clandestinas que pueblan las colecciones particulares de Balears. Piezas que sus propios dueños guardan en los armarios porque no soportan vivir día a día con el impacto visual que provocan. La exposición En Privat 2, que se inaugura hoy a las 20 horas en el museo de arte moderno y contemporáneo de Palma, propone un recorrido por 26 obras "desamables" e incómodas –apuntan directamente a la muerte, el sexo, la religión y la violencia– que pertenecen a 15 coleccionistas privados del archipiélago.

Mórbido y morboso es el primer ámbito de la muestra, comisariada por Carlos Jover, el umbral que da paso a las piezas que se mueven en la pulsión entre Eros (amor, deseo) y Tánatos (muerte), tema viejo en historia del arte. En una vitrina de pie, reposa un cráneo humano de Papúa Nueva Guinea, una cabeza que fue cortada en realidad por un caníbal y que luego fue intervenida por un artista. Convive justo al lado una instantánea de Bruce LaBruce, escritor, realizador y fotógrafo canadiense, en la que posa una pareja homosexual en cueros en una escenografía de cine: la habitación donde son asesinadas las dos gemelas del filme El resplandor. En este caso –en la mayoría no es así–, el coleccionista da la cara: la foto es propiedad de Juan Redón. Del abogado José María Lafuente, impulsor asimismo de la colectiva bianual, DIARIO de MALLORCA Art Report, hay cuatro piezas. En esta misma sala, pende una lámina de Papeles de la Morgue, de la mexicana Teresa Margolles, quien dejó en la última Bienal de Venecia una huella artística sobre el narcotráfico. Sobre este papel se han resecado la sangre y los fluidos corporales de una joven que fue asesinada en Ciudad Juárez. La parte trasera de un picasso, un cartel de Joseph Beuys o una escultura de seda de Do-Hu Suh conforman un paisaje más agradable para adentrarnos en la última estancia, Zona cero, la sala de los vídeos, donde preside una imagen de una serie que levantó ampollas en 2007 por formar parte de un catálogo de fotográfico –Sanctorum– que subvencionó la Junta de Extremadura. En la instantánea de JAM Montoya pueden contemplarse los encantos sexuales de un monje.