Los almacenes de los museos mallorquines custodian auténticas joyas. Los centros visitados por DIARIO de MALLORCA un día antes de que se celebre el Día Internacional de los Museos (mañana) calculan que sólo exhiben al público un 10% de sus fondos. El resto de piezas permanecen en las salas de reserva en unas condiciones de conservación muy estrictas para protegerlas de la luz, los cambios de humedad y temperatura y los insectos. Actualmente, la falta de espacio se suma a todos estos enemigos del arte. Y es que los tesoros mallorquines, cada vez más numerosos, saturan las cámaras de seguridad.

Dos salas de reserva que suman más de 300 metros cuadrados posee la Fundació Pilar i Joan Miró. En las entrañas del edificio Moneo se custodian a 21 grados y a menos de un 60% de humedad relativa más de cinco mil obras del pintor catalán que murió en Mallorca en 1983. Allí hay pinturas sobre tela y otros soportes, esculturas, dibujos sobre papel, grabados y pruebas de estampación y objetos. Pero hay más obras, según el restaurador del museo Enrique Juncosa: "Unas 200 que otros artistas fueron regalando a Miró en vida; sobre todo, son homenajes en papel de Tàpies, Chillida, Saura, Guerrero, Genovés, Calder... Hay que sumar también la innumerable obra gráfica que se ha ido produciendo en los talleres desde que abrió la Fundació [que es lo que básicamente está haciendo crecer la colección] y más de cinco mil documentos del pintor", enumera. Juncosa señala que los fondos de ´la Miró´ están "activos", "casi todas las obras salen fuera con bastante frecuencia a otras exposiciones tanto en España como en el extranjero", indica. Las últimas selecciones de la Fundació han viajado a Grecia y a Chipre. El museo de Cala Major, calcula Juncosa, recibe una media de cuatro peticiones de piezas al año, "a veces más". "Ahora la Tate Modern nos ha pedido un papel japonés de Miró de nueve metros, y prestaremos al museo Burda de Baden-Baden (Alemania) la pintura más grande del catalán: una sin título de 1974", ejemplifica. De momento, el centro también utiliza sólo para mobiliario un almacén externo en Bon Sosec.

En Es Baluard, las obras cuelgan, ajustadas por la parte superior, de grandes rejas en interiores de estanterías movibles. De los 5.000 metros cuadrados que mide el museo de arte contemporáneo de Balears, tan sólo 195 se destinaron a almacenaje. Estos metros están repartidos entre dos salas de pintura, una de escultura, una de embalaje y otra para obra en papel. Actualmente, se custodian en el búnker unas 530 piezas, de las cuales 270 son propiedad del museo. El resto son depósitos de coleccionistas particulares (190 de la Fundació d´Art Serra) y de las administraciones públicas. "Estamos al límite de capacidad. Buscamos una nave externa ya sea para alquiler o compra. Necesitamos unos 1.500 metros cuadrados más", apunta la directora del centro Cristina Ros. Es Baluard no exporta tantas piezas de su colección como ´la Miró´, pero guarda una lista de los favoritos fuera de nuestras fronteras: Léger, Nicholas de Staël, Wilfredo Lam y las cerámicas de Picasso. Algunas de estas obras han viajado a Japón, Jordania, Palermo o la Fundación Beyeler (Suiza).

El Museu d´Història de Manacor se ha sumado últimamente a las quejas por falta de espacio. El centro custodia actualmente sus piezas ´sin público´ en salas que próximamente serán utilizadas para la exposición permanente. "Tenemos que llevarnos los almacenes fuera, a unos terrenos que están detrás del museo", informa su directora Magdalena Salas, quien resalta que la pieza estrella del centro es la escultura de Baco de Son Mas.

Recientemente, el Museu de Mallorca ha aumentado su capacidad de almacenaje gracias a la nave de 2.100 metros cuadrados del cuartel de Son Tous, donde ya ´duermen´ más de 125.000 cajas de material arqueológico a raíz de un acuerdo entre la conselleria de Cultura y Defensa. Las cerca de 30.000 piezas museables (la más conocida que ha visitado medio mundo son las Tauletes de l´Almudaina) están en Ca la Gran Cristiana, actualmente en obras. Sin embargo, su gran problema sigue siendo el presupuesto, seis veces inferior al de Es Baluard (3,2 millones de euros), y la falta de personal para catalogar el ingente fondo de este centro de titularidad estatal en el que por ley deben depositarse todos los materiales hallados en las excavaciones llevadas a cabo en la isla.