¿Se puede ser creyente y feminista a la vez? La pregunta, propuesta y contestada ayer por la teóloga valenciana Lucía Ramón, fue el hilo conductor de la conferencia del club de opinión de este diario, que ocupó ayer el Centre de Cultura ´Sa Nostra´.

"Muchos creen que es incompatible, pero no siempre ha sido así. La espiritualidad es un poder que muchas mujeres han usado como fuente de rebeldía moral y para subvertir el orden establecido", sostuvo la también profesora de Filosofía. Ramón ejemplificó su aseveración con el caso de EFETA, la Escuela Feminista de Teología de Andalucía, a la que pertenecen tanto ella como Rosa Cursach, presidenta de la Associació Creients i Feministes, quien se ocupó ayer de abrir la charla.

"Durante miles de años, todo lo sagrado ha sido monopolio masculino. Sólo los varones han hablado sobre Dios y lo que afecta a las mujeres en el mundo de la religión. Pero en los últimos años empieza a haber un cambio. Hace unos 40 años que las mujeres tenemos formación académica y libertad de pensamiento, lo que nos permite reflexionar sobre las religiones y cómo nos afectan a nuestra vidas", aseguró, refiriéndose a la labor que ellas y otras teólogas están realizando. Pese a la existencia de esta nueva corriente de pensamiento, que tiene su cauce a través de la enseñanza, conferencias y libros, las mujeres continúan aparcadas en las instituciones eclesiásticas en la mayoría de religiones. "Es cierto que hay poca respuesta sobre lo que estamos haciendo desde el Vaticano. Creo que no nos han parado los pies con nuestro discurso alternativo porque no existimos. De todos modos, mi interlocutor prioritario son las propias mujeres interesadas por la religión", indicó.

La salud integral de las féminas y cómo ésta se consigue a través de la religión fue otro de los puntos a los que se refirió Ramón. "En las fuentes del cristianismo hay una relación muy clara entre la salud de ellas y el Reino de Dios. Donde éste irrumpe, ellas sanan. Piensa en el caso de María Magdalena, de quien se decía que tenía los siete demonios. Se hizo discípula de Jesús y se curó. Y eso de que era prostituta no es cierto. No hay ninguna fuente que la vincule a esa actividad", desveló.

La teóloga cerró aludiendo a dos conquistas primordiales pero menos reivindicadas para el sexo femenino. "No habrá verdadera emancipación de las mujeres hasta que no tengan voz en la religión y la sexualidad".