¿Cómo ha cambiado Balears entre 1996 y 2008?. El próximo 25 de marzo se va a presentar en Palma un trabajo que trata de dar respuestas a este interrogante y que se ha titulado Tercer boom i migracions contemporànies a les Illes Balears de 1996 a 2008. Su redacción ha sido posible gracias a que mereció uno de los premios a la investigación que otorga la Fundación Cátedra Iberoamericana.

Firman el trabajo Joan Miralles Plantalamor, doctor en Sociología; Jesús M. González Pérez, profesor de Geografía de la UIB; Luis Vidaña Fernández, doctor en Geografía Humana y profesor de la UIB; y Gabriel Ferragut Ensenyat, profesor asociado del Departamento de Economía y Empresa de la Universitat Pompeu Fabra. Se han sumergido en el estudio de la última oleada migratoria vivida en el archipiélago y su relación con otro fenómeno que ha cambiado profundamente nuestra sociedad y nuestra economía: el boom del turismo residencial.

Joan Miralles dice que ellos no han sido los primeros en estudiar el fenómeno migratorio en las islas, aunque aclara: "Sí es éste el primer estudio que trata, analiza y describe el período comprendido entre 1996 y 2008". Pero, qué tienen de especial esos doce años. En 282 páginas los autores tratan de desvelar las claves de este período intenso de nuestra historia más reciente. Se dan en poco más de diez años dos tipos de migración. De un lado la llegada del norte de Europa, la que llamamos turismo residencial, que a su vez atrae a profesionales de sus países que se establecen en las islas para darles ciertos servicios. El boom de la construcción derivado de esta nueva demanda turística atrae a muchos trabajadores de países del Sur, un tipo de inmigración muy distinta a la que ya conocíamos.

Así nos encontramos con un 20% de población alóctona (que no es originaria de su lugar de residencia); y esto genera una serie de cambios, de impactos a todos los niveles: económicos, socioculturales y medioambientales. Son muchos los ejemplos que se pueden citar: "A nivel lingüístico, las Balears no son bilingües; son multilingües aunque no oficialmente. Y hay lenguas que tienen un mayor reconocimiento que otras". Destaca Miralles que en la ciudad la lengua franca es el castellano y no se extraña porque "nosotros les hablamos en castellano porque les tratamos como a extranjeros y debemos hacerles ver que nuestra cultura es también la suya. Ellos se adaptan a lo que nosotros les decimos que se adapten". Y otras cuestiones como la religión: "Algunas están tomando mucha fuerza como la evangelista; y la fuerte presencia de la religión musulmana", apunta Miralles Plantalamor. La cuestión es cómo gestionar toda esta diversidad; en las escuelas y en la calle. Y tener en cuenta, además, que en cada país puede haber diversas realidades.

De cara al futuro Miralles destaca que hay dos maneras de integrar que pueden resumirse en dos eslóganes el utilizado en Cataluña: "Es catalán quien vive y trabaja en Cataluña"; y el que aplicamos en las islas: "Es mallorquín quien habla en mallorquín". Miralles cree que es más integrador el modelo catalán y resume: "Es mallorquín quien quiera serlo". Aboga por realizar una pedagogía sensibilizadora que nos permita conocernos para desmontar prejuicios y nos permita ver las cosas que nos unen, que son más que las que nos separan. Así mismo advierte de los peligros que encierra el "apartheid lingüístico y cultural" en el caso de que se estableciera un modelo educativo que separara a los individuos en función de su procedencia.

"A partir de una identidad común, hay que respetar la diversidad y entender que es normal que nuestra cultura haya cambiado por que las culturas no son estáticas", dice Miralles aunque admite que lo que marca la existencia o no de brotes xenófobos es la economía. En el horizonte, la conquista de la ciudadanía, con derechos y deberes comunes para todos y con un margen amplio para que "todos puedan sentirse cómodos a partir de unos elementos básicos".