"La única diferencia de nuestros niños con los de allá es que la cigüeña estornudó antes de tiempo y cayeron en un lugar mucho más hostil". José Luis Montes utiliza esta bonita metáfora para explicar la cruda realidad que día a día viven millones de menores desamparados, desnutridos y sin ninguna oportunidad de futuro. Empresario y escritor de éxito, un día decidió abandonar su enorme fortuna laboral para centrarse en su familia y en hacer que la vida de los demás fuese mucho más feliz. Ayer, invitado por la presidenta de la Fundació Amazonia en Mallorca, Juana María Román, y acompañado por Teresa Dalenz, delegada de la entidad en Bolivia, ofreció una charla en la Cambra de Comerç con la colaboración del Club de Opinión de DIARIO de MALLORCA, en la que explicó cómo luchar por una vida digna.

"Nuestros hijos anhelan una pantalla de plasma, una consola... éso les dibuja una sonrisa en sus labios. Los niños de otros países pueden ser felices solo recibiendo palabras de cariño. ¿Qué estamos haciendo mal?", se preguntó Román al inicio de la conferencia. Los egos y la falta de educación en valores pueden ser las claves.

Durante más de una hora, y ante una audiencia cada vez más interesada en conocer los nuevos proyectos de la Fundació Amazonia, los ponentes subrayaron la importancia de comenzar actuar "cuanto antes". "No podemos permanecer impasibles y no actuar ante las continuas violaciones de los derechos de los niños", resumió la doctora Juana María Román. "Con muy poco se puede hacer muchísimo y, sobre todo, se pueden crear oportunidades. Si luego los chicos consiguen labrarse un futuro o no dependerá de su propio esfuerzo, pero al menos, deben tener esa posibilidad", añadió.

Ejemplos de lo que se logra, los dio Teresa Dalenz. La alimentación de un niño cuesta, al día, 1 euro; sus gastos de escolarización anuales, 89 euros; formar a un adolescente en el oficio de jardinero, 109 euros. "En la actualidad, y gracias a la solidaridad mallorquina, en Sucre, un pueblo de Bolivia, disponemos de dos hogares, uno para ochenta niños y otro, que acaba de arrancar, con 20 niñas", resumió Dalenz. En todos ellos, además de ofrecer a los pequeños unas condiciones higiénicas y unos hábitos alimenticios correctos, se les educa, se les explica el reto que tienen por delante y se les incita a luchar. "Sin nosotros, su esperanza de vida sería muy pequeña, no tendrían futuro", concluyó la delegada de la Fundació.

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