En el último minuto, fuera de programa y con su timidez habitual, se presentó Miquel Barceló al epílogo de la conferencia que sobre su exposición La solitude organisative (La soledad organizativa) Miquel Barceló 1983-2009 en el CaixaForum de Madrid impartía la comisaria de la muestra, Catherine Lampert. No obstante, tuvo tiempo de comentar algunos aspectos de la colección expuestas en la capital madrileña como las acuarelas: "Las pinté cuando trabajaba en Ginebra en la cúpula de la ONU. Era una obra grande y densa y por eso lo contraponía con estas acuarelas muy ligeras, sobre papel japonés. Parecía que quería escabullirme, camuflarme, y así pintaba sepias y otros animales que se esconden. La cúpula era como el fondo del mar y yo pintaba a sus pobladores".

El cuadro que figura en la portada del catálogo muestra a un gorila contemplativo: "El gorila es un autorretrato viendo el cosmos. De eso trata la ´soledad organizativa´. Los fondos de los cuadros de los gorilas eran las lonas que usaba para las salpicaduras durante la realización de la obra de Ginebra. Casi siempre, el mejor espacio de un taller es el suelo, y yo quisiera estar a su altura."

El artista mallorquín destacó de la muestra varias obras "pintadas por delante y por detrás para no tener una única relación frontal con el cuadro, sino desde varios puntos de vista" y evocó también su trabajo en la performance Paso doble, donde junto al coreógrafo Josef Nadj construía y deconstruía una pared de arcilla: "Al principio trabajaba la cerámica con las manos hasta que al final trabajé desde dentro de la propia arcilla. Era algo prenatal, muy intenso".

Tras esta presentación, Barceló acompañó a través de la muestra a Isidre Fainé, presidente de La Caixa, y al embajador norteameriano, Alan Solomont, mezclándose con el público entre el que se encontraban, además de un buen puñado de amigos del pintor de Felanitx, varias rostros conocidos como el duque de Huéscar o Luis María Anson.

Biografía creativa

El Gran Elefant Dret (2009), una monumental escultura en bronce de siete metros de altura, o un paquidermo cabeza abajo al que sujeta su trompa rígida, da la bienvenida en plena calle a La solitude organisative, una exposición que, a través de 180 obras, recorre la línea medular de la aventura creativa del artista de Felanitx. El periplo por el universo del artista plástico español más cotizado de las últimas décadas, a través de pinturas, cerámicas, gouaches, acuarelas, dibujos, carteles, libros y cuadernos de viaje, quedó inaugurado ayer en el CaixaForum de Madrid. Se podrá contemplar hasta el 13 de junio, y posteriormente recalará en Barcelona.

Muestra comisariada por Catherine Lampert, recoge desde las primeras telas creadas por Barceló a partir de 1983, con piezas como El amor loco o Giorgione en Felanitx, ambas de 1984, hasta su obra más reciente, como el citado Gran Elefant. Apasionado viaje por la obra del mallorquín, muestra su relación con la naturaleza y la materia y su uso en sus trabajos, su evolución en la representación del mundo animal y humano, o sus viajes, físicos y mentales, desde su Mallorca natal hasta Mali, pasando por París.

Barceló se ha implicado directamente en la selección de las obras, prestando incluso algunas de su colección privada, hasta quedar configurado una suerte de autorretrato del artista, que "quizás con más profundidad se expresa" en el panorama actual, en palabra de Catherine Lampert. El conjunto respira como un universo profundo, expresado a partir de diferentes técnicas y géneros, en ocasiones tremendamente originales, con bodegones y retratos tridimensionales, cerámicas que recuerdan a bestiarios y recipientes antiguos, aguadas delicadas y dibujos traslúcidos en los que las imágenes prácticamente se desvanecen.

La muestra de la obra de Barceló –"muy difícil de explicar, ya que se trata de un creador muy individual"– se ha dividido en siete espacios que configuran un exhaustivo recorrido por el "territorio Barceló". Comienza en la sala denominada El mar, el museo, la biblioteca y el estudio.

Tras "un repertorio de la esperanza humana", donde se pueden contemplar las acuarelas, algunas inéditas, utilizadas por el artista para ilustrar La Divina Comedia de Dante, el tercer espacio de la muestra se titula Todos estos cuadros pertenecen al mundo terrenal. Cuando en 1987 Barceló sintió la necesidad de Huir del exceso –así se denomina el cuarto espacio de la muestra–, y de "desintoxicarse" de los excesos de occidente, empezó a crear pinturas y dibujos de agujeros y de luz. Se encontró con el desierto del Sáhara o el territorio Dogón (Mali).

Un diario es la sala más autobiográfica, con setenta piezas, entre cuadernos de bocetos, acuarelas o esculturas. Una especie de inventario de su creación durante más de 25 años. Y ya en Retratos, el espacio con el que finaliza la exposición, es una muestra de cuadros de personas conocidas y admiradas por el artista, como Dore Ashton, su amigo Achille, su marchante Bruno Bischofberger o el escritor John Berger. Es aquí donde se exhibe La solitude organisative, el cuadro que da título a la exposición.