El Castell de Sant Carles custodia desde el siglo XVII la bahía de Palma, pero la ciudad no acaba de corresponderle la labor con las visitas. La organización del espacio y el recorrido del Museo Histórico-Militar "están anticuados", reconoce el equipo directivo del centro, razón por la que se han puesto manos a la obra para mejorarlos y enriquecerlos. Atraer a la ciudadanía y cumplir también con la vigente legislación autonómica de museos son los objetivos.

El plan museológico, cuya redacción está rematando la historiadora y la dirección de la fortaleza, prevé en concreto un nuevo recorrido expositivo por el castillo, la habilitación de dos salas para exposiciones temporales, una zona de paseo por la finca así como la creación de un centro de visitantes en la entrada.

Los cambios en la muestra permanente del fortín seguirán dos líneas: "Por una parte, potenciaremos el discurso de la historia defensiva en Mallorca desde la propia arquitectura de Sant Carles y desde sus 3.500 piezas", informó la historiadora de la institución, Elena Conde. Antoni Llull, subdirector del museo, detalló que se habilitarán tres salas de interpretación que expondrán las diferentes fases de construcción de la fortaleza. El recorrido contará con otras seis estancias, "donde además de relatar la historia defensiva de la isla se tratará de modo transversal la recuperación de determinados personajes relevantes en la historia militar", añadió Conde. En estos momentos, el centro está provisto de algunas de las colecciones de armas más importantes de Europa, como es el caso de la del teniente coronel Antoni Llorente, instalada actualmente en la sala número 1 del fortín. "Este militar se dedicó con su hermano a acopiar armamento de todo el mundo. Hay piezas que van desde el siglo XVI hasta finales del XIX", apunta Jaume Sastre, director del museo. En el recorrido actual, destaca la sala dedicada a Valeriano Weyler, con un busto atribuido a M. Benlliure y fundido en la fábrica de Trubia. Espacio en el que se pretende recuperar el tradicional cuerpo de guardia. En una tercera estancia, uniformes militares de distintas etapas y grados. Y material heterogéneo como una mesa oficial de maniobras de 1914, el primer coche de bomberos de Palma, datado en 1880, una máscara anti-gas para caballos, una radio de 1920 o la recreación de una tradicional zona de tiro.

"En las salas de tema histórico hay vacíos temáticos y cronológicos, por lo que tendremos que solicitar piezas a otras instituciones de Mallorca, como el Arxiu del Regne o el Museu de Mallorca, que también cuentan en su haber con material defensivo", avanzó Conde.

En la planta baja del edificio, quedarán dos espacios vacíos de contenido. "Los pondremos al servicio de la sociedad para muestras temporales de cualquier temática cultural", continuó Llull.

Las transformaciones alcanzarán también los exteriores del castillo. "Hemos diseñado un plan para el entorno exterior con el fin de ambientar la finca y convertirla en una zona de paseo como pueda ser la que tiene el Castell de Bellver. Sería un recorrido periférico siempre en contacto con el museo a través de la poterna", precisa. La caseta de nueva construcción ubicada en la entrada se habilitará como centro de visitantes, con una cafetería y una tienda. "Esto será importantísimo porque supondrá el ´sus´ al nuevo museo", declaró el subdirector.

El equipo directivo presentará las propuestas del nuevo plan museológico a finales de marzo a la junta de fundadores del museo, formada por el Govern, el Consell, el ayuntamiento de Palma y el ministerio de Defensa. "Si se aprueba, nos pondríamos inmediatamente a trabajar en la fase más técnica del proyecto, la que prevé la eliminación de las barreras arquitectónicas del edificio teniendo en cuenta que se trata de un Bien de Interés Cultural. El diseño del nuevo recorrido histórico del museo, podría estar acabado en 2010", calculó Llull.