El nombre de José Emilio Pacheco punza en antologías selectas y conquista en las pequeñas distancias a lectores casuales y devotos, circunstancia que lo redime de ser el último superviviente de la época dorada de la poesía mexicana.

-A pesar de la calidad de la poesía latinoamericana, da la sensación de que en España se les reconoce demasiado tarde.

-Sí, pero yo lo agradezco muchísimo porque es algo que nunca esperé. No me puedo quejar de que no me hayan hecho caso en España porque se han publicado mis libros, aunque sin continuidad. Algo que también es responsabilidad mía, si fuera hábil para las entrevistas sin duda me conocerían, pero la promoción y la escritura son dos cosas diferentes y antagónicas, y no tengo fuerza para hacer las dos.

-Su sorpresa por el premio parece insólita, dado el cuestionamiento actual de los certámenes literarios.

-Cierto, pero antes de saber el fallo, leí en la prensa que había un 89 por ciento de posibilidades de que se lo dieran a Mario Benedetti, y lo siento por él que es mi amigo y siempre fue muy generoso conmigo. Fue una sorpresa total, es un momento de gran desconfianza hacia los premios, pero este es excepcional, porque quienes me propusieron fueron sobre todo los jóvenes poetas de Granada, a los que no conocía ni puedo darles nada a cambio.

-Usted participa de una generación de grandes nombres de la poesía mexicana, como Octavio Paz y Jaime Sabines, ¿cree que en la actualidad existe algún compatriota suyo de tanto peso?

-No, no lo hay. Creo que ya es muy difícil que se vuelvan a dar grandes figuras, es un momento más de conjuntos. El caso de Sabines, es único, creo que junto a Benedetti son los únicos poetas que han llegado a un público considerable. De cualquier modo, se ha reduce muchísimo el alcance social de la poesía, de todas las artes es la única que está fuera del mercado. Lo cierto es que no hay éxito, pero en mi época no había premios, ni pensabas que te podían publicar, lo hacías porque te gustaba.

-Usted rehace sistemáticamente sus textos. ¿No supone esto una deslealtad a la idea?

-Sin duda, pero es desleal a mi persona, no al texto. El otro día el que hizo el prólogo de mi nuevo libro, leyó las versiones de uno de mis poemas y vio como realmente era el mismo que estaba luchando por salir y había que quitarle todo lo que sobraba. Se trata de una cosa con la que no intento ganarme el aplauso general, estás a favor o en contra de eso.

-Su generación tuvo detractores en sus inicios...

-Sí, cuando yo comencé a escribir en todos los periódicos mexicanos había columnas para burlarse de la poesía moderna, decían que no podía compararse con un poema limpio del XIX. Paradójicamente, el rock hizo aceptar esa poesía, debe haber mucha gente que no le gusta, pero ya no se atreve a decirlo.

-Sí, pero el rock goza de mucha más popularidad que la poesía.

-Bueno, realmente hay una desconfianza hacia la poesía que no entiendo porque toda la humanidad ha escrito en algún momento un poema. Esa gente que dice que no le interesa la poesía porque no la comprende, la recibe a través de las canciones, que son poemas, buenos o malos.

-La concesión del García Lorca culmina una complicidad entre ambas orillas que siempre estuvo presente en su obra.

-Sí, en esa época había mucho más contacto, más identificación con España. Pasaron dos cosas, la afinidad con los poetas españoles que estaban contra Franco, y que, además, vivían en el exilio. En ese período, cuando no había relaciones oficiales entre ambos países, la comunicación entre autores era espléndida.