El escultor valenciano Miquel Navarro ingresó ayer en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con un discurso centrado en el sentido autobiográfico y estético que la ciudad ha tenido en su obra.Navarro (Mistala, Valencia, 1945), que llega a la Academia para ocupar el vacío dejado en la Sección de Escultura por Juan de Ávalos, tuvo unas palabras de recuerdo hacia su predecesor y afirmó que la escultura es un arte al que ha entregado toda su vida.

En la trayectoria del artista valenciano, la arquitectura es clave y de ella afirmó que "es un gran arte" cuyo sentido utilitario y de servicio no está reñido, o no debería estarlo nunca, con la calidad y belleza de la obra artística. "Mi obra no es utilitaria en el sentido funcional de la arquitectura, en ese sentido yo voy directamente, como artista, a construir poemas con formas escultóricas", afirmó.

Y añadió que "todo lo que se ve, todo lo que se vive y, muy destacadamente, todo lo que se siente, son la materia prima del lenguaje formal de un artista". A lo largo de su discurso, Miquel Navarro definió la relación con su obra como "deseo" y señaló: "Es como hallar las cosas a través de mi cerebro, de mi corazón y de mi cuerpo".