– Presenta nuevas pinturas, esculturas de los últimos veinte años reunidas en forma de instalación y otras piezas, también escultóricas, que revisan obras del pasado. Sin embargo, la exposición no tiene un sentido retrospectivo, ¿por qué?

– Nada de revisiones. Exhibo una constatación de hechos. Y justifico la mirada al pasado porque el pensamiento es cíclico. Desde que empecé a 18 años muchas cosas han cambiado. Sin embargo, otras preocupaciones permanecen.

– ¿Qué continúa inmutable?

– Sigo pintando para entender la vida. Es lo primordial. Y luego hay temas que en mi obra aparecen y desaparecen, como el sexo, la muerte, las relaciones sociales o la soledad. A los 18 años aspiraba a cambiar el mundo con la pintura. Ahora sólo quiero ayudarme a mí.

– ¿Y esa búsqueda de respuestas resulta siempre satisfactoria?

– No siempre. En el arte el placer está en la ruptura, en abrir páginas nuevas, en buscar el riesgo, la tensión.

– ¿Qué ocurre cuando encuentra una de esas páginas nuevas?

– Trabajo en el taller de forma obsesiva. Y al cabo de pocos días ya querría tener cien obras terminadas. Cuando eso ocurre no puedo parar.

– ¿Cuál es su estado de ánimo horas antes de la inauguración de esta noche?

– Estoy tranquilo, porque no trabajo para una exposición, sino que dejo que el galerista escoja cuando yo ya he tenido el tiempo suficiente para digerir las nuevas piezas realizadas y para eliminar las dudas fruto del momento.

– Aunque la escultura le acompaña desde hace ya muchos años, en su caso primero fue la pintura.

– Es que nunca me he llamado escultor, porque pienso como un pintor y mis piezas escultóricas a veces tienen un sentido de objeto preparatorio y en otras ocasiones completan la idea que proyecta la propia pintura.

– En Sediments presenta unos bronces con formas de ramas de olivo invertidas que rematan figuras antropomórficas.

– Son formas orgánicas, tomadas de la naturaleza, que adaptan en su parte más alta un semblante humano. Su antecedente es la serie de 1996 Illes de sol, formada por unas ramas tomadas de la naturaleza y también invertidas que exhibía junto a un papel de arroz en el que pinté la sombra de las piezas en cada momento del día. Soy un copista del paso del tiempo.

– La instalación escultórica de la exposición, en cambio, tiene un sentido más ligado a su taller, ¿verdad?

– Sí, es una instalación muy elástica, en el sentido de que hubiera podido incluir en ella otras muchas piezas. Al contrario de la pintura, con este tipo de esculturas no fuerzo nunca el lenguaje, sino que dejo que fluyan hasta que creo que están preparadas para mostrar. Pero dicen mucho más de mi persona, forman parte de algo mucho más íntimo, de cada momento que he vivido, de cada país que he visitado.

– ¿Qué aportan sus nuevas pinturas?

– Son las obras que dan el título a la exposición, piezas de trazos marcados, con una apariencia de dibujo, sin elementos superfluos y como si la materia estuviera en ellas sedimentada en un proceso en el que también dejo que el azar actúe. En Bangkok me topé con una pared agrietada por raíces y esa imagen me sugirió la serie. Me gustaba la idea de que al final todo vuelve a la tierra, incluso la pared más dura levantada en hormigón. Y he trabajado con esa imagen tanto en telas como en los papeles que presento en Pelaires.

– ¿Sus pinturas nacen de apuntes o dibujos del natural?

– Sí, y muchas veces esa idea tomada del natural es más fructífera que diez años de trabajo en el taller. Luego hay una parte del cuadro que me gusta controlar y otra en la que dejo que el propio proceso natural de los materiales fluya libremente. Son telas tan grandes que para intervenir tengo que entrar literalmente en ellas.

Guillem Nadal. ´Sediments?

Pintura y escultura.

Centro Cultural Contemporani Pelaires.

Inauguración: Hoy a las 20.00 horas.