Sobre su deseo de seguir escribiendo, el Premio Nobel portugués afirma: "no tengo duda ninguna" y aclara que "si no fuese así, 24 horas después de haber salido del hospital no me habría sentado a trabajar".

En diferentes entrevistas que publican hoy medios lusos, el escritor recuerda que antes de caer enfermo trabajaba precisamente en "El viaje del elefante", que concluyó mientras se recuperaba, a lo largo del ultimo año.

El autor de "Ensayo sobre la ceguera" sostiene que "nunca se sabe cuál va a ser el último libro", pero que se siente en condiciones de continuar su labor literaria, recuperado y con 18 kilos más de peso que cuando salió del sanatorio, tras las complicaciones de una afección pulmonar.

Al rememorar su grave enfermedad recuerda también a su mujer, la periodista española Pilar del Río, a la que considera una de las personas que impidió su muerte y a la que ha dedicado su nuevo libro.

Esta obra, que gira en torno a la historia real del viaje de Lisboa a Viena de un elefante llamado Salomón, regalado por el rey de Portugal en el siglo XVI, es para Saramago "un cuento muy extenso", de 260 páginas.

Pese a ser tan largo no es una novela, subraya el autor, porque carece de los elementos propios de ese género y él prefiere llamar a su creación simplemente "libro".

A diferencia de otros, señala, en éste "aparece una figura que ya estaba presente en los libros anteriores pero que esta vez asume su papel enteramente, el de autor-narrador".

La edición portuguesa de "El viaje del elefante" sale mañana jueves a la venta mientras la edición en castellano, traducida por Pilar del Río, llegará a las librerías a partir del 19 de noviembre.

La idea de la obra, explica, surgió durante un encuentro con unos amigos en la ciudad austríaca de Salzburgo, donde le dieron a conocer el periplo del elefante que en 1551 fue llevado de la capital portuguesa hasta la austríaca.

Pero Saramago resalta que, aunque trazado sobre un fondo real, "El viaje del elefante" es un libro "de invención continúa" en el que introduce "anacronismos intencionados" y buenas dosis de humor.

Sobre su contenido comenta que no es nada benevolente con la Iglesia Católica, que sale a relucir con la Inquisición, "una institución criminal", recuerda Saramago, cuyos excesos se extendieron a Portugal, entre otros países.

La crítica lusa ha acogido bien la última obra de Saramago de la que comenta que abunda en el registro de "Las intermitencias de la muerte", con una escritura sin mayúsculas.