El señor del Panfleto contra el todo se ha tornado cruzado del castellano. Con él, huestes de distinto pelaje y un medio de comunicación sospechoso de sus afanes patrios, echando leña al fuego para seguir dividiendo a un país que sólo ante el fútbol se siente uno, grande y libre. La lengua de Lope, Tirso, de Quevedo, Cervantes, del anónimo Mío Cid, de Pardo Bazán, Valle-Inclán, Lorca, Hernández, Gil de Biedma, Cernuda y tantísimos más no merece estas fuenteovejunas de tres al cuarto. La lengua de la memoria colectiva, de nuestras abuelas, del filandón que hilaban en tardes largas de costura y recogida del trigo las mujeres que hacían del verbo, cuentos al calor de la lumbre, está de vuelta de estas insurgencias interesadas.

La lengua la defendemos los que la hablamos, leemos y escribimos, la persona de a pie, principalmente, aunque sea inconsciente del tesoro que guarda entre los labios. Si en el camino abandona lecturas por dedicarse al deporte nacional, esto es, un sofá y una tele de plasma, acabará siendo un maltratador del verbo. Hay que salir en defensa de la lengua, sea castellano, catalán, gallego, inglés o swahili.

Cuando un político contemporáneo, esto es, escasamente formado, con nulo sentido común, más preocupado por el medrar que por el bien social de todos, entra en lides lingüísticas, sé por experiencia que vamos a peor. Cuando un filósofo de cambio de tercio por avatares varios se empecina en montar algaradas por la lengua común, sé positivamente, que sólo piensa en singular cuando menta a la bicha. Se olvida que son muchas las lenguas comunes. Me refiero, no sólo a los generales del castellano, sino a los que habitan los cuarteles de hacer del catalán único feudo del hablar.

La lengua no tiene dueños, tiene huéspedes y como tal debemos ser agradecidos con la anfitriona. Si recibimos posada en más de una hospedería, saldremos bien parados, porque seremos viajeros del mundo: el de las lenguas comunes. Dejémonos de estúpidas y maniqueas cruzadas, leamos un poco más, pensemos antes del mal hablar. Seamos dignos invitados de esta gran dama que es la Lengua del pueblo común que es plural y dispar. De ahí su grandeza.

P.S. Ah, te canto una: Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero, lduran@diariodemallorca.es