Una galería sin intermediarios, un teatro sin entradas, un taller de pintura sin cuotas y un club musical en el que público y artistas se confunden para saltar a menudo de uno a otro rol. En la espera te esquino es algo de todo eso, aunque, como sucede a menudo, el conjunto es más que la suma de las partes.

"La idea surgió de la necesidad de un espacio para artistas en una casa que se presta", explica Alejandro Dumon, uno de los responsables de la iniciativa. Se refiere a la casa ubicada en la calle Eccehomo de Palma, junto a una de las principales arterias de la ciudad. Una vieja casa de dos alturas, más acogedora que pequeña. Su casa, desde que terminó los estudios de Bellas Artes y hasta que la dejó para convertirla en La Esquina, "un espacio muy libre en el que cada uno propone cosas, incluso gente de fuera, aunque los que pagamos el alquiler somos cinco", apostilla.

Él es el encargado de las exposiciones de artistas plásticos, que se suceden a razón de dos al mes -una de las últimas, la que contenía obras suyas junto a otras de Joan Oliver y Antoni Miquel Morro- sin constricciones a priori de forma ni de fondo. "Intentamos ser abiertos, pero pedimos un cierto nivel de calidad", señala Dumon, quien se propone transformar el lugar "en un centro de referencia artístico fuera de las galerías"; un centro alternativo, más fruto de la improvisación que del enfrentamiento con los circuitos comerciales, para los que pretende servir de trampolín.

Con todo, sus artífices reprochan a las galerías el encarecimiento que, con su mediación, sufren las obras, a cambio de una aportación que tachan de "cuestionable". "Aquí, en cambio, el público puede contactar con los artistas y comprar libremente", ejemplifica Dupon sobre un centro cuya singladura comenzó un año atrás, con 70 nombres en una agenda que se ha engrosado hasta dar cabida a 700, con el beneplácito de internet, por el que distribuyen un boletín con las propuestas para los próximos días. Entre ellas, las consabidas jam sessions, ciclos de música y gastronomía, o talleres de dibujo y teatro, este último impartido por Diego Ingold, para el que el eclecticismo reinante en el espacio es idóneo para "crear un banco de artistas" que permita la fusión de disciplinas y la creación de nuevas formas de expresión creativa en un espacio "que se empieza a quedar pequeño" y para el que tienen multitud de propuestas: "queremos hacer una publicación con comentario de obra gráfica e ideológica de la gente que pasa por aquí", adelanta Dumon, que se propone también recopilar en cedés la música de las sesiones de improvisación, en las que se deja ver gente de cualquier edad y condición, a la que brindan el "calor humano" que echan en falta en otros lugares los creadores de un refugio en el que yace, magullado, el amor al arte.