La vanguardia fue ilustrativa de la época que la cobijó: dinámica, heterogénea, curiosa, inquieta, inconformista y experimental. Las artes plásticas, en aquel momento se las conocía como bellas artes, contaron entre sus protagonistas con artistas como Francis Picabia que, resume a la perfección, ese aspecto calidoscópico del periodo entre el final del XIX y hasta la primera mitad del XX.

Pese a haber pasado etapas en España, sobre todo en Barcelona, pocas veces se ha expuesto su obra aquí. De esta manera la exposición Pintures i dibuixos que desde hoy se puede ver en la galería Kewenig es una oportunidad en toda regla.

"La última vez que se vieron obras de Picabia fue en la Fundació Tàpies y en el IVAM en el 99", indicó Susana Malhali, representante de la galería alemana.

Veintiocho obras, de ellas la mayoría dibujos aunque también se muestran cinco pinturas, son expresivas del ir y venir estilístico que conformó la esencia de un artista inclasificable. Destacan sus dibujos de tema español como el retrato de una manola, con la mantilla correspondiente, y el retrato de una mujer española, aderezada con peineta.

Esta exposición, que se clausurará el 26 de enero, se corresponde a la política de la Kewenig de mantener dos líneas de trabajo: una la que muestra a clásicos, y la otra que opta por los artistas más contemporáneos y experimentales.

Amigo de los Duchamp, en especial del precursor del arte conceptual, Marcel, Francis Picabia cultivó no sólo las artes plásticas, sino que fue un letra herido. Su afición literaria le llevó a editar revistas y a escribir textos de impronta dadaísta, muy cercanos al nihilismo.

"La poesía, la pintura, tal como yo las he vivido, son una existencia voluntaria en medio del hielo, la búsqueda de todo aquello que ha sido proscrito por el orden establecido. Yo no rechazo un ideal, me limito a ponerme en guardia frente a él. En la afirmación de la vida, en la voluntad de vivir, ahí es donde he creído reconocer el hilo conductor que lleva al arte", escribió Picabia. El desencanto frente a la I Guerra Mundial y la necesidad de hacer al hombre nuevo, de inventar una vez más, se manifestaron en las artes de manera significativa, e incluso vehemente.

Picabia nació de padre diplomático cubano y madre francesa que perdió cuando él tan sólo tenía 5 años. Nunca padeció apuros económicos; fueron otros sus lamentos, quizá los de quien apuró la vida hasta el máximo. Quizá, también por ello, se rindió a todas las plásticas, desde sus inicios impresionistas -guiado por Pissarro y Sisley- al fauvismo, cubismo, orfismo, dadaísmo hasta llegar a la abstracción al final de su vida en el 53.