Sus respectivas ausencias hicieron saltar las alarmas porque son tres pesos pesados del vestuario y referentes en el campo, pero su redimiento en su regreso ha sido desigual. Lago va a más, Álex López no está teniendo la puntería de la primera vuelta y Raíllo no está siendo tan solvente en defensa. Pero mejor ir por partes.

El africano estuvo tres meses alejado de los terrenos de juego al sufrir una rotura parcial del ligamento cruzado de su rodilla izquierda. Su lesión fue un palo para el mallorquinismo porque hasta ese momento, el 10 de diciembre en el duelo en Badalona, estaba siendo uno de los jugadores más destacados, marcando las diferencias, tanto por sus goles -llevaba seis-, como por sus exhibiciones de potencia.

Su vuelta ha sido un fichaje de lujo para Vicente Moreno en este tramo final de curso. Da la impresión que, después de una lesión tan delicada, está mejorando sus prestaciones a medida que pasan las semanas. Sin ir más lejos, ante el Lleida el pasado domingo ya protagonizó algunos de sus característicos contraataques e incluso marcó, culminando una fabulosa acción entre Salva Sevilla y Aridai. Además, ante el Hércules asumió la responsabilidad de lanzar el penalti a un minuto del final y que evitó la derrota en el Rico Pérez.

El caso de Álex López es diferente. No ha estado lesionado, pero su absurda expulsión en Llagostera, al agredir a un rival sin balón, le costó cuatro partidos de sanción. Desde su regreso ha sido indiscutible, pero no está afortunado de cara al gol. No marca desde el 21 de enero en el duelo ante el Atlético Baleares, demasiado tiempo para un ariete que está cuajando una buena temporada -lleva ocho dianas- y al que Moreno siempre le exige más. Ante el Lleida rindió a un buen nivel, siempre erigiéndose en el ancla del equipo y combinando con los otros jugadores de ataque, pero necesita elevar su cuenta de tantos particular para llegar con más autoestima al play-off de ascenso.

Raíllo, por su parte, no está cuajando una segunda vuelta como la primera, en la que bordó su trabajo. Ha perdido contundencia y se ha mostrado incapaz de controlar sus nervios. De ahí que estuviera tres partidos sancionado tras increpar al árbitro en Cornellà. "A ver si escarmentamos", reconoció el central en su regreso, pero lo cierto es que ha vuelto a ver amarillas por protestar y ha cometido penaltis evitables, como el provocado ante el Lleida y que le complicó la vida a los bermellones. El Mallorca necesita que el zaguero, al igual que sus compañeros, vuelva a mostrarse tan resolutivo como al principio en el momento del curso más importante.