Steve Nash regresó ayer a Estados Unidos con motivos de sobra para estar preocupado tras un nuevo fiasco de su equipo, al que no vio. A duras penas, y sin merecerlo, el Mallorca empató en el último minuto ante otro rival de la zona baja de la tabla, un Formentera que fue mejor de cabo a rabo, el único equipo que propuso algo sobre el terreno de juego. Moreno tiene un problema. Al equipo se le han acabado las ideas en el peor momento, cuando ha de ratificar la primera plaza y a escasos dos meses del play off.

Al Mallorca no se le ha ido el estado de ansiedad. El gol de Gabri a los siete minutos, en un disparo desde fuera del área que sorprendió a Reina, acentuó el estado catatónico en el que se encuentra el equipo. Y eso que empezó bien. Tanto, que a los 22 segundos a punto estuvo de adelantarse en el marcador, primero Abdón, que no llegó a un medido centro de Bonilla desde la izquierda, y después Aridai, cuyo remate se estrelló en la defensa del Formentera.

El gol de Gabri dio vida al equipo pitiuso que, como el Ebro hace quince días, se mostró como un conjunto ordenado, con buena salida del balón y con las ideas muy claras. A medida que pasaban los minutos, mejor se sentía el equipo de Arsenal, que tocaba en el centro del campo a su antojo y con mucho criterio. Pudo incluso marcar el segundo en el minuto 23 cuando un cabezazo de Agus se fue desviado por muy poco.

Los primeros pitos se podían escuchar en Son Moix. La pérdida de balones era una constante, como las caídas de los jugadores, tanto de un equipo como de otro. Debe haber órdenes de Moreno de regar antes del partido y en el descanso. Aunque caiga la mundial. El sábado llovió y parecía suficiente para que el césped estuviera a gusto del entrenador. Pero no. Y la consecuencia es que los jugadores resbalaban continuamente. Incomprensible. El centro del campo no funcionaba. Pedraza y Salva Sevilla dieron un concierto de perder balones; Bonilla y Lago Junior, en su primer partido como titular tras regresar de su lesión, discutían por un balón perdido, en la mejor expresión de lo que era el equipo, un manojo ee nervios; y delante, Álex López, de vuelta tras su larga sanción, y Abdón parecía que no habían jugado nunca juntos.

La segunda parte empezó con un gol anulado al Formentera. Gabri remató una falta, pero el árbitro entendió, erróneamente, que estaba en fuera de juego. Este gol pudo haber sentenciado el partido. Lo que provocó es que se acrecentaran los nervios de un Mallorca que seguía sin dar una a derechas. No sería el único gol anulado al Formentera. En el minuto 67, con el Mallorca desquiciado y desaparecido del campo, el árbitro no dio por válido el gol de Juan Antonio, esta vez sí, en posición antirreglamentaria.

En cualquier caso, era el síntoma de que los visitantes hacían mucho mejor las cosas que los locaes. A falta de media hora, Moreno sustituyó a un invisible Abdón por James. El artanenc está como el equipo, espeso. Siempre llega tarde a las segundas jugadas. Y no remata. Todo un chollo para los porteros. Lago se puso como acompañante de Álex López, pero nada cambió ante la defensa granítica del rival.

A falta de un cuarto de hora, Moreno puso a Cedric por Bonilla. Apostaba al todo o nada con una defensa de tres. Pero una vez más se ha demostrado que no por acumular delanteros se llega más al área rival. El Formentera seguía a lo suyo. Sorprende que jugando como ayer ocupe las últimas plazas de la clasificación.

En el último suspiro, y cuando ya todo el mundo daba por hecho la segunda derrota consecutiva en Son Moix, apareció el de casi siempre, Sastre, para maquillar una matinal para olvidar. Un gol que no evita un nuevo fiasco.