Espontáneo, directo, dice lo que piensa. Así definen a Manix Mandiola (Eibar, 1958) en el Atlético Baleares, club en el que aterrizó la semana pasada para obrar el milagro, como lo sería salvar al equipo, ahora en zona de descenso, a falta de quince jornadas. "He venido a sacaros del pozo ya que he visto que el tema está jodido, y me he empadronado porque me voy a quedar a vivir aquí".

Fue la primera de las muchas perlas que llegarán, dirigida a la afición del Atlético Baleares, que no dejó indiferente a nadie. ¿Pero de dónde ha salido?, se preguntaban muchos, desconocedores de un veterano de los banquillos -más de 300 partidos le contemplan-, que ha entrenado siempre a equipos modestos: Beasain, Real Unión, Eibar -al que ascendió a Segunda-, Alavés, Tudelano y Burgos.

En su presentación, ya dejó a todos con la boca abierta cuando dijo: "El Atlético Baleares es como el McLaren de Alonso, va de avería en avería. He venido a arreglarlo". Para los que no le conocen puede resultar presuntuoso, pero nada más lejos de la realidad. En Burgos, el último equipo al que ha entrenado, hablan maravillas de él. "Es encantador, una bellísima persona", cuenta Juan Carlos Moreno, del Diario de Burgos.

"Es de trato directo, campechano, se amoldó en seguida a la ciudad. Salía a tomar vinos con su mujer y es habitual que, tras los entrenamientos, se quede a hablar con los periodistas", resume sobre la personalidad del nuevo inquilino del banquillo blanquiazul.

Íntimo amigo de Mendilibar, entrenador del Eibar, Mandiola, que posee negocios de hostelería en su ciudad natal, habla euskera con su segundo, Aitor Maiztegui, y con el guardameta Aulestia, al que hizo debutar en el Eibar B con 18 años.

En el vestuario ha caído bien. Con los futbolistas es severo, pero de trato cercano. Habla a la cara a los jugadores, como el añorado Luis Aragonés, a quien los que le conocen comparan por su arrolladora personalidad.

Obesionado con el trabajo defensivo, este vasco de pura cepa, casado y con dos hijos -uno de ellos exfutbolista y amigo del defensa de la Real Sociedad Oyarzábal-, consiguió mantener la portería del Tudelano imbatida catorce jornadas consecutivas, todo un récord.

Al Burgos, su última experiencia, lo cogió último en la Navidad de 2016 e incomprensiblemente le echaron a dos jornadas del final con 43 puntos y fuera de las plazas de descenso. La decisión no se entendió. Con la visera siempre puesta como un rasgo más de su personalidad, Mandiola se fue como un señor. No quiso cargar contra nadie. Ahora está centrado en el Atlético Baleares, a quien en pocos días ha conseguido levantar su autoestima.