La Policía sigue de cerca al Real Mallorca. En las últimas horas, sin ir más lejos, se ha puesto en contacto con la entidad para obtener información acerca del recibimiento al equipo que una parte de la hinchada está organizando para este próximo domingo en Son Moix, en el partido ante el Elche; un acto que coordinaba Jaume Colombàs a través de las redes sociales, despedido el pasado martes por el club.

El propio Maheta Molango lo confirmaba a DIARIO de MALLORCA el pasado martes. "Tenemos sobre nosotros una serie de investigaciones por el comportamiento inadecuado de los seguidores más radicales del Mallorca. No podemos permitir estos comportamientos. Esto no se ha sabido parar", razonaba el consejero delegado aludiendo dichas razones a una de las causas del despido del director del área social del club y que desde hace tres temporadas era el locutor de Son Moix en los días de partido.

Ayer, a las nueve de la mañana, la Policía se ponía en contacto con el área jurídica y legal del club para conocer el grado de implicación de la entidad en los actos de recibimiento al equipo el próximo domingo, una acogida secundada a través de las redes sociales por la Federació de Penyes o los Supporters. Los agentes quieren evitar a toda costa que vuelvan a producirse actos vandálicos como los acaecidos en las últimas citas importantes que ha vivido el club.

Los problemas más notorios empezaron el pasado mes de abril, cuando una decena de hinchas acudieron a Son Bibiloni a increpar a los jugadores por los malos resultados. El Mallorca tomó la decisión de cerrar Son Bibiloni, a la espera de que los resultados apaciguaran los ánimos. Lejos de ello, en junio, y ya con el descenso de categoría consumado, cientos de aficionados esperaron a la plantilla a la salida del estadio tras el partido, ante el Getafe, y una veintena de ultras decidió tomar la justicia por su mano y lanzó al autocar del equipo numerosas piedras, bengalas, bombas de humo y huevos, con eminente peligro para los allí presentes, entre ellos muchos niños.

Apenas un mes después, los disturbios continuaron en Son Bibiloni en el primer entrenamiento que dirigió Vicente Moreno con el Mallorca. Varios ultras increparon y amenazaron con propinar una paliza a Antonio Raíllo que, lejos de intimidarse, se encaró a los mismos y tuvo que ser separado por varios compañeros para que la cosa no fuera a mayores.

Fue a partir de dichos altercados cuando se incrementó la seguridad en los partidos, exigiendo el DNI a gran parte de los asistentes de la Grada Jove. Incidentes muy graves en el partido ante el Baleares y, más recientemente, en el del Formentera, han vuelto a poner en el punto de mira de la Policía a los aficionados más radicales y problemáticos del club.