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Análisis

Un líder demasiado nervioso

Un líder demasiado nervioso

Un Real Mallorca con números de campeón, diez partidos ganados, tres empates, veintidós goles a favor y sólo cinco en contra. Para un equipo con estos números son demasiadas las tarjetas amarillas y rojas mostradas hasta la fecha. Son 13 jornadas y algunos jugadores ya son poseedores de 5 amarillas y alguna roja. Pueden resultar normales cuando un equipo está mal situado en la tabla, no obtiene buenos resultados y precisa ganar como sea.

No es el caso del Real Mallorca, quien en los últimos encuentros disputados en Son Moix ha tenido rivales que le han jugado a un mismo nivel y le han puesto las cosas muy difíciles, Villareal, Hércules y el domingo pasado el Valencia Mestalla. En el transcurso de estos partidos y en cualquier circunstancia, la protesta, los malos modos y alguna entrada a destiempo ha estado presente. Casos como el del portero Reina, amonestado en los dos últimos encuentros y por el mismo motivo. En jugada donde el árbitro sanciona al jugador del Valencia Mestalla con falta y tarjeta roja, el jugador del Mallorca, Abdón, dilapida su buena actuación hablando de más desde el banquillo, ganándose otra amarilla y en consecuencia la tarjeta roja. Se nota cierto nerviosismo cuando el árbitro les sanciona, o incluso castiga al contrario. De inmediato acuden a protestar y a rodearlo para presionarle. Por no hablar del entrenador, quien le protesta y comenta al asistente todas las decisiones que el árbitro decide durante el partido y que no son de su agrado. Es normal que el jugador haga lo mismo si ve que el entrenador es el primero en dirigirse al árbitro o al asistente.

Un equipo líder lo debe ser en todos los sentidos y aspectos deportivos, tanto si gana como si empata o pierde. El respeto se gana de esta forma y no presionando al árbitro en la mayoría de decisiones que toma. El Mallorca no debe caer en provocaciones, como las de los jugadores del Hércules.

Ciertamente, los arbitrajes vistos en Son Moix, ninguno de ellos se puede calificar de bueno, más bien regular tirando a mal arbitraje. Alguno ha estado a la altura, pero el resto no. Han permitido las pérdidas de tiempo exageradas, lesiones que no son tales, mal en la concesión de la ventaja, cortando jugadas donde el equipo ofendido seguía con la pelota y con buena disposición a la portería contraria.

Es hora de tranquilizarse, ya que la competición es larga y de seguir a este ritmo, en cuanto a las amarillas y rojas, éstas pueden hacer mella en un equipo que puede prescindir de ellas absolutamente, viendo la capacidad ganadora, goleadora y que encaja muy pocos goles.

* Exárbitro de fútbol nacional

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