El Mallorca resolvió ayer un partido que tenía muy mala pinta por lo que se veía sobre el terreno de juego. El Cornellà, el rival más importante hasta el momento de los rojillos, en palabras de su entrenador Vicente Moreno, demostró con creces por qué ocupa la cuarta plaza en la clasificación. Hasta el primer gol, de Ferran Giner en el minuto 35, fue infinitamente mejor que su rival. Era el equipo catalán el dominador del balón, el que llegaba con peligro al área de Reina. En definitiva, el que fue a por el partido desde el primer minuto.

Pero el fútbol es caprichoso. Y quien menos lo merecía se llevó el premio. Es la suerte de contar con jugadores capaces de marcar la diferencia en un momento determinado. Como Ferran Giner. El valenciano disputaba su primer partido como titular aprovechando la sanción de Lago Junior. Y no estaba dispuesto a desaprovechar la oportunidad. Se hizo dueño de la banda izquierda y demostró a su nueva afición que posee una zurda nada desdeñable. La puso en práctica en el minuto 35, cuando el Cornellà estaba literalmente bailando al Mallorca, con pases, con rondos, con llegadas claras que unas veces eran abortadas por Reina, un seguro de vida bajo los palos, y otras se les iba el balón fuera por muy poco. Giner, que tiene la pierna derecha solo para apoyarse, recogió un balón aparentemente sin peligro al borde del vértice del área, y sorprendió a Craviotto con un zurdazo, potente, a una velocidad de vértigo que fue imposible para el guardameta catalán.

La alegría local no se detendría ahí porque ocho minutos después llegaría el segundo. De manera inesperada. Porque no te esperas que al portero se le escape de las manos un balón aparentemente fácil de blocar. Se le escurrió entre los guantes y allí estaba Abdón para marcar su quinto gol de la temporada, en una acción de delantero de área, pillo, siempre atento a todo lo que pueda cazar en las cercanías de la portería rival, siempre entre ceja y ceja. Si Abdón pudo rematar fue porque previamente Ferran Giner, de nuevo el valenciano, protagonizó una jugada digna de un futbolista de Primera División. Se hizo con el balón por su banda izquierda, se marcó un autopase y su centro a la olla fue aprovechado por el artanenc tras el mencionado error de Craviotto.

Casi sin proponérselo, el Mallorca se veía en el marcador con dos goles de ventaja, una renta prácticamente definitiva teniendo en cuenta la gran solvencia del equipo en defensa, con solo dos goles encajados. Como se preveía, la segunda parte fue controlada por el Cornellà, con el Mallorca a verlas venir y a conservar su clara ventaja con los menos sustos posibles. Se llevó uno, y grande, a los cinco minutos de la reanudación. Pero allí estaba Reina para atajar un remate franco de Valentín. Si el balón hubiera entrado posiblemente se hubiera visto otro partido. Lo que se vio hasta el final fue una nueva exhibición de la zurda de Giner y una ´frivolité´ de Abdón, que, con todo a favor, intentó colar el balón por encima de Craviotto. Buscó la gloria, pero le salió mal. Daba igual. Llegaría un tercero en un contragolpe de manual de los rojillos. Tras una jugada embarullada en el área de Reina, Cedric, que acababa de entrar, se hizo con el balón, lo pasó a Salva Sevilla y este a Cano, que peinó con la zurda para marcar el tercero. La grada, con el presidente Kohlberg en el palco, era una fiesta y el equipo descuenta otra jornada en su larga travesía por el desierto.

Siguen siendo muy pocas jornadas para lanzar las campanas al vuelo, pero se le tendrían que dar muy mal las cosas al Mallorca para no llegar al final luchando por la primera plaza, o a este paso asegurada. El único objetivo de un equipo creado para ascender.